sábado, 10 de julio de 2010

POR QUE CELEBRAR UN CUARTO PUESTO



Recien se acababa el partido entre la seleccion uruguaya y la de alemania y aunque le parecio loco a las personas que se encontraban junto a mi viendo el partido, me puse de pie y aplaudi durante un largo rato el desempeño de esta asombroso "celeste", la misma que cuando llego todos pensaban que se iba en primera ronda y al final se queda con un honroso cuarto puesto, para decirlo en diferente maneras considero que Alemania no merecio el tercer puesto a pesar de lo que demostraron Muller, Ozil y esa estrella que es Bastian Shweisteinger; que Uruguay dio lucha hasta el final a pesar de que esta vez la suerte que ahora parece ser la dicta un pulpo; no fue sorpresa ver a la zaga uruguaya con el desempeño demostrado durante todo el mundial con una revelacion para mi como lo fue el jugador Victorino que iba a todas con lealtad a la pelota no al cuerpo, tambien el despliegue de Lugano,Cavani, Suarez y Pereira, punto aparte queda Diego Forlan venia precedido de una fama a la que hizo honor, fino para el remate, audaz, habil, generoso con la pelota y con el equipo, cuando hubo que sacrificarse lo hizo y fue el alma en donde giro este equipo, leia en una columna hace unas semanas hablar sobre la posibilidad de un Uruguay campeon del mundo y por lo menos ha quedado demostrado que cuando en un equipo se dejan de lado las divinidades, los conflictos y demas, se puede lograr cosas grandes, se puede pecar de conformistas y decirnos "hey es un cuarto puesto" y yo respondo si es un cuarto puesto pero saben desde cuando esta seleccion no figuraba en este planeta, para el Maestro Tabarez nos enseño que no hace falta encerrarse con los once atras para ganar, que a los grandes tambien se les puede pintar la cara y jugarles de igual a igual, hoy me converti en un uruguayo mas a pesar de que soy ecuatoriano, me decia mientras veia el partido si Maradona hubiera planteado asi a la Argentina talvez otro seria el resultado, salud charruas, que este cuarto puesto durara cuatro años, pero la forma en la que jugaron este mundial ya quedo en la historia.

Christian Espinoza

viernes, 22 de enero de 2010

UN SABINA REINVENTADO


Presentación de Vinagre y rosas. Con Antonio García de Diego (guitarras, teclados, percusión), Pancho Varona (bajo, guitarrón mariachi), Jaime Azua (guitarra eléctrica), Marita Barros (coros), Pedro Barceló (batería y percusión) y José Misagaste (saxo y clarinete). Anteayer, en el estadio de Boca Juniors.
Nuestra opinión: muy bueno

A Joaquín Sabina se le nota esa felicidad doméstica por la que está transitando. Se le nota cuando canta, cuando se desliza con fluidez sobre el escenario y cuando se conecta con el nervio de esas canciones que respiran Dylan, Chavela Vargas, blues, ranchera, tango, rumba y rocanrol: canciones que de tan autobiográficas vuelven a sonar nuevas -como un déjà vu de mil historias conectadas entre sí- para esa legión de cuarenta mil almas reunidas en la Bombonera en la presentación del disco Vinagre y rosas .

Con sesenta años (y no se trata de un puñal para Sabina y sus fanáticas), el madrileño y sus canciones parecen rejuvenecer con el tiempo y lograr una empatía envidiable con un público cuyo promedio sigue bajando y se sigue ampliando, a la manera de un ícono autoral como Calamaro.

En su personaje con bombín negro, que podría sonar anticuado o más cercano al bufón de una corte, Sabina se las arregla para lucir rejuvenecido, enamorar con sus canciones a muchachitas que podrían ser sus hijas y causar un magnetismo que barre todas las edades, de aquellos que lo siguen desde discos como Física y química a los que se sumaron a la sabinamanía a partir de 19 días y 500 noches .
Artísticamente, más allá de las críticas poco benevolentes de medios españoles como El País , el madrileño se muestra en uno de sus momentos más inspirados en el vivo. Su banda, que dirigen Pancho Varona y Antonio García de Diego, puede sonar con la impronta de un grupo stone o la calidez de un grupo de mariachis. Junto a ellos Sabina va creando las distintas atmósferas de un show que tiene grandes momentos en el karaoke colectivo de "Y sin embargo", "Calle melancolía" y "Con la frente marchita"; una fiesta stone en "Princesa" y "Embustera", y una buena resaca de despedida para "Y nos dieron la diez" y "Noches de boda".

Sin perder esa impronta de la glosa poética ni de la ocurrencia, Sabina recuerda a Mercedes Sosa, Sandro, Guinzburg, Fontanarrosa y Castello; saluda a Pablo Milanés, presente en el estadio, y recurre a frases que en otro podrían sonar a pura demagogia y que en su caso suenan atendibles: "Quiero la ciudadanía argentina".

Sobre el escenario transmite la credibilidad interpretativa de un crooner maduro y de voz ajada que seduce, conmueve o golpea en cada verso o estribillo: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamas sucedió" o "Lo malo del después son los despojos". A la vez juega con un pulso adolescente gracias a esos himnos rockeros de cancha a los que convoca en las flamantes "Tiramisú de limón" y "Viudita de Clicqout", y más tarde en "Embustera", donde suben los Pereza. Los estrenos de Vinagre y rosas confirman esa capacidad estribillera de Sabina y Benjamín Prado (su coequiper autoral) y la complicidad que rápidamente despiertan en un público que corea como si estuviera en una tribuna de fútbol.
Será porque ahora duerme la siesta, mira televisión o sencillamente se la pasa bien en la vida (a pesar de que eso vaya en contra de su mística noctámbula) que Sabina disfruta de forma consciente todo lo que le pasa, y eso lo traslada como reflejo al escenario.

La importancia de llamarse James Hetfield (y tocar en una banda llamada Metallica)

El tipo es el prototipo del yankee: blanquito, medio conservador en su posición política, miembro de la Asociación del Rifle y cazador, ex pelilargo y ahora un casi cincuentón prolijo y millonario, en el pasado mucho más afecto al alcohol que a las drogas (y en la actualidad limpio de todo vicio), padre de familia, amante del hard rock y del rock sureño, y él mismo líder de una banda metalera. Cuando sale a escena, es imposible no caer hipnotizado en su embrujo, de la mano de su guitarra, que emite sonidos marciales similares a los de una jauría de serruchos (un equivalente en este aspecto puede ser Lemmy Kilminster con su sempiterno bajo Rickenbaker al comando de Motörhead), y su voz visceral, profunda, de varón con mil y una experiencias. Y eso que a su lado tiene a un baterista petiso y cirquero, que busca robarle el protagonismo todo el tiempo de la mano de su artillería heredera de aquellas grandes gestas de los 70 y los tempranos 80; otro guitarrista, muy efectivo en su papel de lead pero a veces afecto a tocar de más (y así, que su talento pase a ser en esos casos más gimnástico que sonoro) y el nuevo, un bajista de aspecto simiesco, hardcore, skater y surfero, que logró lo que hasta hace unos años parecía imposible: revitalizar al combo (Do you remember St. Anger?). Está claro, el personaje central es James Hetfield, y los secundarios Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo. Y así como el cabecilla es Mr. James, es imposible imaginárselo como solista, o tocando con otros tipos que no sean sus compañeros, y viceversa. Ese himno antibélico llamado "One" así lo demuestra, y es el más puro ejemplo de lo que es Metallica: un grupo con las cinco letras de su denominación mejor puestas que ningún otro de su especie, y de otras de esa gran entelequia llamada rock and roll.

Y FINALMENTE SE HIZO JUSTICIA> METALICA EN RIVER


Y finalmente llegó el día. Metallica regresó a River y superó las expectativas de ese público ansioso que quiso volver a verlos después de la decepcionante cancelación de su show en 2003. Sold out, más de 60 mil personas vivieron esta parada del tramo latinoamericano del World Magnetic Tour que, en realidad, significó mucho más que la mera presentación de su último disco, Death Magnetic. Casi treinta años después de su fundación, los cuatro jinetes del thrash metal hicieron honor a su nombre y saciaron la sed heavy de los headbangers argentos. Aquí, un recorrido de diez paradas a través del show.

1- La explosión inicial: River era todo ansiedad. Después de más de diez años de espera y un amague en el medio, la nueva salida de Metallica al escenario del estadio de Nuñez estuvo cargada de muchos significados pero atravesada por la sensación de revancha. El imbatible comienzo con la dupla de Ride the Lightening "Creeping Death" más "For Whom the Bell Tolls", voló más de 60 mil pelucas.

2- La cara de la bestia: James Hetfield es una suerte de monstruo que se come absolutamente todo lo que encuentra en su camino, sin piedad. El tipo, ya lo sabíamos, es un guerrero vikingo: gigantesco, imponente y un verdadero guitar hero. Un gran frontman que sabe moverse, conquistar (véase punto 8) y, sobre todo, adecuar sus cuerdas vocales que siguen en forma a pesar de sus tres décadas de uso.

3- Master of Puppets: que Lars Ulrich es a un tiempo titiritero y columna vertebral queda muy claro en las presentaciones en vivo. Desde su Tama, el danés dirigió esas cabalgatas eternas, uptempo, base necesaria para lograr esa interpenetración de los cuatro instrumentos en un sonido superior (el final de "That Was Just Your Life" tradujo esta idea a un acto, cuando todos terminaron tocando alrededor del batero). Por otro lado, sus aires de frontman-que-no-fue se notan pero son bien canalizados: en "Harvester of Sorrow", por ejemplo, terminó haciendo su habitual arengue, parado sobre la banqueta.

4- La bestia de cuatro cabezas (o de una más tres, que siempre dan cuatro: leáse apartado). La condensación de cuatro virtuosos del metal da como resultado ese sonido único, compacto, imbatible, denso. Robert Trujillo es un ser misterioso y pelilargo que deambula poseído por el escenario mientras hace milagros con su bajo de cinco cuerdas y agrega gravedad a las letras con sus coros deathmetaleros. Kirk Hammett, por su lado, es el verdadero guitar hero del combo: con sus solos la rompió en "Master of Puppets" y con esa intro de "Nothing Else Matters" y fue el único miembro de la banda presentado por Hetfield y aplaudido por todos.

5- El final de la línea: la presentación de Death Magnetic no se tradujo mucho en la lista de temas que recorrió toda la discografía saltando, como ya lo venían haciendo, el período Load-Reload-St.Anger. "That Was Just Your Life", "The End of The Line", "Cyanide" y "All Nightmare Long" fueron los únicos del último trabajo. Pero, claro, se complementaron con clásicos como "Master of Puppets", "Sad But True" y "

6- "One": el pilar de .And Justice For All representó el momento más esperado de la noche. Todo River coreó "Hold my breath as I wish for death" después de que varias explosiones y fuegos artificiales anunciaran la llegada de uno de los himnos metaleros y anti guerra por excelencia.

7- "Enter Sandman": antes de los bises, el gran hit crossover, el que conocen hasta los no seguidores del grupo. Impresionaba ver a todo el campo de juego saltar como si la masa fuera sólo una persona que ocupaba el Monumental de arco a arco. Inolvidables la intro guitarrera de Hetfield mostrando su púa a la cámara para así aparecer en la pantalla, haciendo cuernitos con su mano izquierda, y las tremendas explosiones pirotécnicas.

8- James, el sensible. Cada vez que se dirigió al público, Hetfield demostró su humanidad en cada palabra. "Nuestra misión es hacerlos sentir mejor" o "Queremos curar su corazón"-haciendo referencia al concierto fallido de 2003- o "Estamos muy contentos de estar en Buenos Aires esta noche; estamos haciendo historia", fueron algunas de sus intervenciones. Aunque, claro, su verdadera naturaleza triunfó por momentos: "¿Quieren infierno?", preguntó, "¡Metallica les da infierno!".

9- Directo al crematorium. Aunque la puesta no se correspondió con los visto en otros puntos del World Magnetic Tour (no hubo ataúdes, por ejemplo), los efectos completaron la rudimentaria puesta en escena. A los juegos de luces se les sumaron los fuegos artificiales, las explosiones y las llamaradas que adornaron varios tramos del setlist. Nos conformamos con poco.

10- El futuro. "Últimamente estamos algo nostálgicos", confesó Hetfield en la conferencia de prensa, haciendo referencia a cómo el hecho de haber entrado en el Rock and Roll Hall of Fame durante el año pasado, los hizo pensar en el paso del tiempo y en la situación actual de lo que fue la escena metalera de los ochenta. Por eso, justificó la gira europea que llevarán a cabo en junio de este año junto a Megadeth (sí, y bromeó haciéndose el desentendido cuando le preguntaron por Dave Mustaine), Slayer y Anthrax. Y, yendo al futuro más cercano, Hammett comentó cómo les atraía la idea de tocar en lugares chicos, cerrados. Veremos cómo será la experiencia en el Orfeo de Córdoba. Diferente, sin dudas, pero igual de demoledora.

lunes, 18 de enero de 2010

Y EL 10 SIGUE EN DUDA


MAR DEL PLATA.- Toda esta situación de incertidumbre en Boca tiene su correlato en alguien que la alimenta, paradójicamente, sin estar siendo protagonista en la cancha: Juan Román Riquelme. Con su ausencia, limita el potencial del equipo y plantea interrogantes. ¿Cuánto le ofrece a Boca en estas condiciones? ¿Superará definitivamente su lesión y obtendrá la continuidad que él y el conjunto necesitan? ¿Qué pasará cuando venza su contrato a mediados de año?

Por lo pronto, parece que el Nº 10 reaparecerá pasado mañana en esta ciudad, frente a River, por la Copa Desafío. "Prefiero perder los cuatro partidos del verano y ganarle a Argentinos", sostuvo Riquelme, hace unos días, cuando el plantel aún estaba en Buenos Aires, aludiendo a los compromisos de Mar del Plata y al debut en el torneo Clausura. Pero, como lo había anticipado Alfio Basile, el enganche actuará como titular en por lo menos uno de los superclásicos, y los indicios sugieren que lo será en el primero, aun con muy poco fútbol encima en la pretemporada.

Román no hizo todas las tareas físicas a la par de sus compañeros en Tandil. Aún se teme que la fascitis plantar del pie derecho, supuestamente ya curada, reaparezca y haga intermitentes las presencias del enlace en los próximos meses. Por eso, no se ejercitó sobre superficies duras, como en las subidas y bajadas por las piedras de las sierras. Pero casi tampoco practicó fútbol; apenas efectuó algunos trabajos tácticos con pelota en espacios reducidos. Hoy participaría en un partido de ensayo, en una cancha de dimensiones regulares.

Vale recordar que Riquelme no juega desde el 28 de octubre último, cuando se resintió de la vieja dolencia en el período inicial de Boca 3 vs. Chacarita 0. Lleva, entonces, dos meses y medio sin actividad exigente, amén de los muchos encuentros en los que había faltado en todo 2009. Pero él, una de las figuras xeneizes, se hace muy necesario en compromisos delicados, como el superclásico de este miércoles (el otro será el domingo en Mendoza), que en el caso de una derrota intensificaría el clima pesado que aqueja a Boca en estos tiempos.

Pero para Román el desafío es de cuidado. Una recaída en la lesión resultaría un pésimo signo. Perderse muchos compromisos en un semestre que será el último de su contrato no constituiría una seductora invitación a renovarlo, al menos por cifras generosas. Ya bastante le paga mensualmente Boca como para que el 10 tenga tan poca acción en el césped, pues Riquelme no deja de cobrar un sueldo, por más que este tercer año de vínculo con la entidad sea "gratis", según lo que anunció el propio jugador.

Pero hay más. Tras la conquista de la Copa Libertadores en 2007, el futbolista quedó "atrapado" en Villarreal y recomenzó en Boca en enero 2008, por lo que su nexo contractual de tres años debería vencer a fines de 2010. El club xeneize quiso anotarlo para el Mundial de Clubes, cosa que se frustró, pero el entonces presidente, Pedro Pompilio, de afectuosa relación con Riquelme, "reconoció" retroactivamente a éste en el contrato ese medio año en que Román estuvo en España y no en La Boca. Por lo cual, el vínculo vencerá en junio próximo y aquellos números relativos crecen si se considera que el jugador habrá estado dos años y medio, y no los promocionados tres, a disposición de la entidad.

Pero aunque Román es costosísimo para la tesorería xeneize, resulta un intocable. Basile lo embandera como el líder futbolístico de su conjunto, y hace unos días reconoció que el enganche era el único que lo había respaldado en sus difíciles últimos días a cargo del seleccionado argentino. Carlos Bianchi, manager xeneize, dijo desconocer por qué el nexo contractual del mediocampista concluirá en junio y no en diciembre, y ensalzó al talentoso enganche: "Sabemos lo importante que es para el equipo", destacó a uno de los que ocupan los puestos de la "columna vertebral".

En fin. Riquelme estaría a punto de reaparecer, con el soporte de los hombres de peso del club, pero también con el riesgo de resentirse de una lesión traicionera. Y siempre, con el fantasma latente de la división del vestuario. En este presente neblinoso, tiene cosas importantes en juego con miras al semestre. Como Boca.

Las posibles llegadas de Méndez y Ledesma. Los dirigentes de Boca son optimistas en cerrar hoy la incorporación de Jesús Méndez, de Central. Y mañana podrían definir la llegada de Cristian Lobo Ledesma (Olympiacos, de Grecia).

Hace tiempo que ambos futbolistas son pretendidos por Alfio Basile.

MESSCIEN


101, como los dálmatas. 101, más de 100. Porque 100, cuando se tienen apenas 22 años, cuando ni siquiera se es delantero centro, cuando se es lo humilde y generoso que es Leo Messi, es mucho más que 100. Es ‘Messcien’.

Messi ha entrado en la historia del Barça, pero esas cosas no parecen interesarle. También entró en los libros del fútbol y tampoco le dio importancia. Ahora persigue entrar en la historia de Argentina y puede que no lo logre. No por culpa suya, sino por culpa de que, amigo, ese es otro mundo, otro fútbol, otro entrenador, otro equipo.

Messi es quien es gracias al Barça. Y no me refiero, sólo, a esas inyecciones de 600 dólares que le hicieron crecer hasta permitirle ser lo suficientemente pequeño, o grande, enorme, gigante, como para convertirse en la piedra angular de un proyecto que, como él, como sus colegas de generación y equipo, ha terminado por provocar la admiración mundial.

Messi suena a Balón de Oro, suena a dios, a mago, a equilibrista, a trapecista. Suena a eslalom, a carrera continuada con el balón en los pies, a te la enseño y la escondo, te regateo y me voy, la ves y no la tocas, miro hacia allí y me escapo por allá. Suena a trilerismo: sospechas dónde está la bolita y nunca aciertas. La ‘pulga’ la esconde como nadie.

Messi suena a individualismo colectivo, a tipo que puede resolverlo todo de un soplido. Pero Messi sabe que necesita a todos sus segundos apellidos, a Xavi, a Iniesta, a Busquets, a Piqué, a Henry, a Pedro, a Ibra, a todos para seguir sumando, dejar estela y acabar siendo eterno.

Messi sabe que eso sólo se lo da el Barça. Y lo sabe porque lo ha experimentado en su propia carne, en su propia vida, en su crecimiento. Hay quien piensa que Messi, la joya de la corona, el becerro de oro adorado por el fútbol mundial, se irá algún día porque alguien, rico en petrodólares, o rico en informática, pagará lo que no está escrito (o sí, la cláusula es de 250 millones de euros) y él dirá que sí y nos dejará.

Es injusto pensar que Messi aceptaría dejar el Barça. Injusto porque, pese a no tener las raíces de Xavi, Puyol, Piqué, Busquets, Bojan o Valdés, sí tiene el mismo corazón azulgrana.

Hay una litera en La Masia con su nombre, él ha construido más de una torre de ese edificio y, por tanto, cuando Leo marca y se estira la camiseta hasta acercar el escudo del Barça a sus labios lo hace porque lo siente, porque aún no ha descubierto (ciertamente no lo hay) un homenaje ni mejor ni más hermoso que ese.

Messi es, sin quererlo, sin pretenderlo, el ‘rey león’ de esa gran jauría de dálmatas. Decenas de esos 101 goles son de Xavi, de Iniesta, de Henry, de Ibra, de Bojan, de Pedro, de todos. Son y se comportan como una manada. Hambrienta de éxito.

domingo, 17 de enero de 2010

LUIS RUEDA Y EL PESO DE CARGAR CON EL PELO QUINTO


La canción. En su carrera Luis ha presentado temas como Musiquita de mierda, La mala reputación, Mil veces uno, pero hay quienes siguen pidiendo El pelo quinto, un tema que le produce cierta resistencia: “esa canción es un chiste que hicimos con un amigo, un día estábamos borrachos, la grabamos igual como chiste... y de pronto pegó y dijimos chuta bacán... nos abrió las puertas; pero luego todo era Pelo quinto, Pelo quinto... había conciertos que abríamos con ese tema para que la gente a quien no le interesara el resto se vaya de una vez...”.
Al Fruta Bar de la Víctor Emilio Estrada llega Luis Rueda a cumplir con un cachuelo para ese local en su faceta de gráfico -su familia está vinculada a las artes gráficas y él tiene título de publicista-, además para la entrevista con EXPRESIONES, pautada allí.

El personaje de los escenarios, el del cabello rizado y la barba desaliñada, el de La mala reputación y el que carga con el peso de El pelo quinto (tema que le siguen solicitando), se levanta las gafas y conversa sobre lo que sabe hacer: el rock, la música y sobre una vida que, aunque en ocasiones le ha torcido el brazo, la ha sabido gozar. Además cuenta anécdotas como cuando decidió emigrar a España, un viaje que le aclaró el panorama de lo que quería ser; o un paso por Argentina, de donde regresó con su primera producción como solista bajo el brazo y con su esposa Karina.

Para quienes lo identifican como un referente del rock nacional, podría sonar ridículo que el primer LP que compró Rueda fue la banda sonora de Vaselina, pero es que el rock no fue el primer género con el que el músico tuvo contacto. Recuerda que le gustaba mucho cantar y que “en primer grado del San José La Salle ya era parte del coro de la escuela”.

Por sus manos pasaron instrumentos como una guitarra o un órgano y profesores de música, pero entonces no le llamaba la atención, hasta que cuando a los trece años, un amigo de su hermano menor llegó a la casa, vio el órgano y empezó a tocarlo, “...un pelotudo se sienta y toca y yo tengo esto botado, dije; y me puse ahí esa tarde y como que pude tocar mi primera cancioncita, El Chulla quiteño... después me compré un Órgano fácil (guía) y ahí aprendí a tocar acordes, a sacar la melodía”.

Un curso de guitarra posterior también le ayudó. “Fue brutal el rato que ya pude hacer tres acordes seguidos en una canción de Leonardo Favio... y así de manera espontánea comencé a tener la posibilidad de componer, y no paré”.

Hasta entonces recuerda haber hecho de todo: taekwondo, natación, tenis, pero lo que lograba identificarlo y le servía de escape era la música.
Recuerda también haber quemado los equipos de sonido de su casa cuando les conectaba la guitarra eléctrica y subía el volumen al máximo, para el efecto de distorsión. “Me tocó aprender desde cero todo... No tuve hermano mayor, tío, alguien que me diga: así funciona la guitarra eléctrica... Yo creía que como era eléctrica se conectaba al enchufe de la pared. Todo lo aprendí sacando el machete y abriéndome el camino, pero ha sido muy interesante; a la larga esas experiencias te permiten estar mucho mejor parado ante cualquier situación”.

En la época en la que en el país se puso de moda el rock latino, Luis tenía 14 años y formó su primera banda, Sak. “Tenía una inclinación marcada hacia Los Ilegales, era mi banda favorita. Soda Stereo me parecía muy volada y Hombres G, una mariconada y no sabía que existía Black Sabath o cosas así”.

En su casa no se escuchaba rock o heavy metal. “Mi papá no era ni roquero ni el típico viejo hippie marihuanero que escuchaba Pink Floyd, él era muy tradicional; más bien apegándose a la música nacional”.

Su padre lo apoyó y el cuarto de los hermanos Rueda se convirtió en una sala de ensayo. “De pronto mi casa se volvió el ensayadero de un montón de gente y siempre nos robaban, o sea éramos unos pelados pendejos que nos veían la cara y nos robaban pedales, efectos... mi viejo nos sacaba la madre; pero dentro de todo para mí era interesante prestarle la sala a la gente para que vayan a ensayar para sapear todo... Excalibur era un grupo que empezó a tocar en mi casa Heavy Metal, entonces ahí conocí Iron Maiden y Judas Priest, AC/DC”.

Rueda terminó de convencerse de que el rock era lo suyo cuando escuchó a la banda Barón Rojo, con la canción Los roqueros se van al infierno, “estaba buscando una cosa en español para seguir haciendo algo que tenga similitud con Los Ilegales...”. También escuchó el tema de Blaze (banda local), No podrás con él, “de estas dos canciones grabé en un casete y las escuchaba todo el tiempo... y pensé en una banda de heavy metal en español... y comencé a componer y a buscar letras para esas canciones”.

Sus dos primeros temas “estaban repletos de clichés de la época y del estilo, El rock nunca va perecer fue como que la primera canción heavy que dije uy está buena; que es como muy himno rock... vamos a ser roqueros hasta la muerte...; y El sexto jinete, que era una canción apocalíptica, muy berreado del estilo...”.

De esta época con Sak, Luis destaca la búsqueda de una filosofía propia de no apegarse a la moda e inclinarse por este género en español y hacer música inédita. “Pasó el rock latino, volvió Madonna y Michael Jackson; se acabó ese feliz año 87 en el que en todas las fiestas sabías lo que estabas bailando...

Era hacer eso o irme hacia un lado más tropical, pero soy el tipo más aburrido. En una fiesta veo que todo el mundo mueve la cadera, son felices y yo no tengo la alegría suficiente como para meterme en esas fiestas... ni en el día más feliz de mi vida... Prefiero escuchar The Cure y pintarme los ojos de negro”.

Hoy con casi 20 años de carrera, siete discos grabados; después de Sak, con la Trifulka y hoy como solista, se puede decir que Luis Rueda maneja su propio estilo y que aunque busque reinventarse en cada producción y sumar elementos nuevos, el mensaje que quiere transmitir en su música lo tiene bastante claro; además su filosofía es seguir su instinto en lugar de tratar de agradar.

“La vida me ha torcido el brazo a un paso de rompérmelo; llegué a comer tierra; han habido momentos muy complicados, he tenido típicas presiones de la novia del momento de ‘elige la música o a mí’ y chao, con dolor. Pero que haya llegado un momento en el que diga no va más... no. O sea no fueron más los Sak en su momento, no fue más La Trifulka en su momento... y por eso me gusta ser hoy solista, ¿cómo me retiro de ser un Luis Rueda?... Tengo 7 discos grabados y de verdad uno ha pegado así multitudinariamente donde estaba El pelo quinto, que fue un ‘hitaso’, después, el resto ha sido como parte de una especie de mantenimiento; pero no estoy mirando esto como una carrera de hits... No es que no me interese, me encanta cuando voy a un lugar, toco una canción y la gente la canta; pero no es lo que está en mis prioridades al momento de hacer un tema; eso es una especie de consecuencia del trabajo que se hace, no una prioridad”.

En la carrera de Luis hay dos viajes importantes, el primero a Madrid, España, le abrió los ojos al mundo y el segundo, a Buenos Aires, Argentina, le dejó su primer disco como solista y a su esposa Karina, quien también es su mánager.
“Hice un negocio, cogí una plata, compré un pasaje y me fui a vivir a Madrid...
No conocía a nadie... estaba parado afuera del metro diciendo ‘cómo es esta mierda’, tratando de usar la lógica para sobrevivir en una ciudad... Era un montubio completo, pero no sentí nunca discriminación ni esas cosas que los ecuatorianos se quejan. España fue como mi primera posibilidad de romper con los paradigmas que me habían perseguido. Hasta entonces, te juro, no podía cuestionarme la inexistencia de Dios; pero allá como decir hola, era decir ‘me cago en Dios’... Me cambió mucho mi perspectiva de lo que debería ser como músico o como roquero. Después de eso hice un disco que se llama Calamidad doméstica (con la Trifulka), donde meto vientos y hago canciones con una alegría que antes no me permitía... porque era roquero y los roqueros no... Me dije no me puedo limitar a guitarra con distorsión para todo. Ahí es cuando encontré el verdadero significado de la vida, de las cosas y de lo que como artista puedes llegar a transmitir”.

A su regreso y tras la disolución de La Trifulka, porque quebró la disquera que los apoyaba; entonces con la idea clara de su primer disco como solista viajó a Buenos Aires, pero el productor argentino que vivía en el país, se hizo humo con su dinero y él decidió quedarse hasta regresar con su disco. “Llamé acá, pedí que me vendan la moto, la tele, hice negocios de postales y de eso iba viviendo... era terrible enfrentarte al hecho de que tienes que hacer tus cosas y sacar tu disco, me tomé dos años hasta poder terminar un disco (Yo Lucho & Lo Demás Rueda, 2006). Fue increíble, conocí a mi esposa, y encontré una compañera genial”.

A sus casi 37 años, que cumple el próximo jueves 28, y que celebrará en Diva Nicotina con un concierto, Rueda asegura que “no ha habido nada en la historia de mi vida que haya querido conseguir y que no lo haya conseguido de una puta forma u otra”.

Hoy, además de preparar el vídeo del segundo tema de su CD Caldo de Cultivo, llamado La Brecha, está trabajando en TC Televisión en musicalización; además de tocar con su banda El feroz tren expreso, toca la guitarra en Ultratumba; y da asesoría a nuevos músicos. Además junto a Pedro Ortiz Jr. realizará un filme sobre el rock.

“En mis casi 37 años me he divertido como un imbécil, he sido un verdadero vagabundo por el mundo, un irresponsable, no porque no quiera hacerme responsable de algo sino por no tener responsabilidades... o sea directamente he estado abocado a mi vida; y después de tanto caminar puedo ahorita como que centrarme en querer hacer una vida familiar coherente... Ahora tengo mi hijita de 3 años y soy el papá más feliz del mundo”.

Descubriendo el ser padre
Parte de la inspiración para Caldo de Cultivo, su segundo CD como solista, se dio ante “la paz” que le da su actual situación familiar (su esposa y su hija).

La faceta de padre mantiene a Luis en una nueva etapa de descubrimiento, como ha sido todo en su vida. “Has predicado todo esto, has hecho la vida como te ha dado la gana, fuiste, viviste, volviste, chupaste, fumaste, jalaste; ahora listo... ahora eres papá, y ahora ¿cómo vas a afrontar eso respecto a tu hija?; porque ahí viene el poner los límites, el orden y todas esas cosas... No lo sé; ahora pienso que cuando cumpla 15 años me encantaría darle de regalo un sistema anticonceptivo de esos que duran cinco años, para que si tiene relaciones sexuales con alguien no se case con el primer boludo que la preñe... Me gustaría explicarle que el mundo así”.