Si hay un jugador en la plantilla del Barcelona que le tiene ganas a esta competición ese es el argentino Leo Messi. No hay que olvidar que el crack no pudo llegar a tiempo para disputar la final de la Champions en París al lesionarse dos meses y medio antes de gravedad durante precisamente el partido de vuelta de octavos de final ante el Chelsea en el Camp Nou. Quince días antes, Leo había protagonizado un partido espectacular en Stamford Bridge donde dejó a las gradas totalmente eclipsadas cuando en el minuto 37 un regate suyo dejó a Asier del Horno totalmente vendido y decidió entrar al argentino con todas sus fuerzas, siendo expulsado por el colegiado. La actuación de Messi fue simplemente
espectacular.
Sin embargo, los malditos isquiotibiales frustraron su progresión e impidieron que jugara tanto los cuartos ante el Benfica como las semifinales frente al Milan. Leo intentó llegar a tiempo para la final en una carrera contrarreloj –con recaída incluida– que finalmente, pese a los esfuerzos del delantero argentino, fueron infructuosos.
Messi, que ha tenido también esta temporada algún percance importante con sus isquios, es consciente que mañana no se le puede volver a escapar el tren de la oportunidad de jugar una final de la Liga de Campeones. Para lograrlo tendrá que hacer dos cosas: tirar más que nunca del carro para ayudar al equipo y evitar ver una tarjeta amarilla.
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