sábado, 30 de mayo de 2009

EL MEJOR DEL MUNDO


BARCELONA.- El nuevo N°1, genio o rey del mundo del fútbol, como lo llaman ahora los principales medios del planeta, ingresa en el estacionamiento del Camp Nou, luego de una sesión de fotos oficial dispuestas por Barcelona. Pasaron dos días de la final en la que se coronó Emperador en Roma, luego del triunfo sobre Manchester United por la Liga de Campeones y, en un viernes mucho más suave en cuanto a la temperatura, todos hablan de Lionel Messi. Y todos quieren hablar con él.

El tema de la popularidad de Messi va en serio por estos lados y se puede constatar en la espera por la salida de la Pulga en la explanada exterior del estadio. "El Pulga Culé", como le dicen los empleados de Barcelona, ya ni siquiera puede caminar por el Camp Nou, el templo que, sobre todo en los últimos días, lo aclama como un Dios. Termina la semana, distinta, inolvidable y parece que todos los extranjeros dejaron huérfanas las Ramblas y la Sagrada Familia -imponente iglesia que dejó inconclusa Gaudí- para desfilar por las instalaciones del club. Cataluña será una comunidad con amplísima oferta cultural, pero el museo de la ciudad más visitado es el del Barcelona Fútbol Club, por delante del Pablo Picasso y del Joan Miró. ¿Cuál es la camiseta más vendida? Según la oficina de prensa de la entidad, ocho de cada diez compran la camiseta con el N° 10 y el apellido Messi pintados de amarillo en la espalda.

El más buscado debe salir por la rampa del estacionamiento de los jugadores de Barcelona. Se lo aguarda ante la mirada fija de los custodios del plantel. No es común que un periodista espere en ese lugar. En cuestión de segundos, hace dos maniobras para poder salir y se escucha la escalada de un potente motor. Unos 10 hinchas ocasionales que salen del Museo del club detienen su marcha. "Leo" cumple con todos los rubros de su condición de crack y se dispone a atender a la gente. Termina e invita a LA NACION a subir a su Audi Q7. Un intercambio de miradas con el hombre de seguridad que está en el portón que da la calle permite un nuevo viaje a la intimidad del mejor futbolista del mundo.

Hay cierto desorden en el asiento del acompañante. Es que todavía quedan los miles de regalos que recibió del pueblo "blaugrana" por la Triple Corona obtenida. Cadenitas, cartones en blanco para poder firmar, mensajes de todas partes del mundo que le hace llegar el club, felicitaciones de los patrocinadores, una botella de champagne con la fecha, el resultado y el símbolo de la Champions. "Qué no se vea todo esto, si no ¿qué van a decir en la Argentina? Que soy un desprolijo. Mirá todo lo que tengo acá. Es una locura todo esto ¿no?", dice, mientras marca el teléfono de su hermano Matías, con el que se tiene que encontrar para ir a la fiesta que el plantel de Barcelona tendrá en el Hotel La Florida.

Los futboleros ya conocen con detalle la historia de Messi y que a partir de un tratamiento hormonal del que se hizo cargo Barcelona debió cambiar su lugar en el mundo. Lionel viajó por primera vez a España en septiembre de 2000. Tenía 13 años y aparentaba menos. En algunas fotos familiares dispuestas en unos de los salones del complejo La Masía, donde practican los juveniles, se advierte que Leo era una pulguita de 146 centímetros. En otra de esas imágenes, pero ubicada en la cancha auxiliar de la ciudad que en sí misma es este club, Leo está parado detrás de uno de los arcos. Era tan bajito que con un codo, y sin necesidad de agacharse, se apoyaba en los carteles de publicidad. "Cuando llegué a este club nunca pensé que podía llegar a jugar una final de la Champions. ¡Increíble! La verdad es que me viene a la cabeza cuando nos tuvimos que separar con la familia. Por eso, todo esto es para ellos", sostiene en plena marcha por la Avinguda Diagonal, mientras señala el primer edificio donde vivió cuando llegó de Rosario junto con su hermano mayor Rodrigo, que lo acompaña desde entonces en esta ciudad. "Era chico, pero cómo disfrutaba de las milanesas napolitanas que hacía mi mamá cuando venía. Siguen siendo mi debilidad, tanto como los alfajores y las facturas que lleva a casa una panadería de Castellsdefells", dice mientras mira la hora en un reloj amarillo que desentona un poco con el jean azul y la remera blanca que lleva.

Algunas cosas han cambiado. Otras no tanto. Pero sin duda que la proyección de Messi impresiona. Es la bandera de esta campaña histórica del Barcelona, un estandarte de una filosofía futbolística que es aplaudida por el mundo. El más amado del club, el firme candidato al Balón de Oro y a obtener el premio al mejor jugador del año para la FIFA, peca de humildad cuando se le menciona la frase "número 1": "No me siento el mejor del mundo. Para mi ser número uno es otra cosa. Es estar bien con mis afectos, sentir el cariño de la gente y disfrutar del fútbol con alegría. Sólo eso", expresa este jugador por el que habría que pagar unos 300 millones de euros por su cláusula de rescisión y su contrato actual. Y agrega: "No sé si soy el mejor del mundo, pero trato de serlo con mis amigos, mi familia. Me siento bien y cómodo por cómo me van saliendo las cosas".

-¿Cómo se hace para tener los pies sobre la tierra, a los 21 años, con un contrato millonario, y con toda una estructura que gira alrededor tuyo?

-No sé, a mi nada de eso me va a cambiar. Será que lo aprendí en casa. No soy ni mejor o peor por lo que tengo. No me creo más que nadie y por eso tengo muchos amigos.

Como no pasaba desde la época de Maradona, la Argentina puede sentir que tiene en sus filas al mejor jugador del mundo. Qué puede significarle esta situación es por ahora un lindo y bienvenido misterio. Lo que está claro es que Messi no detiene su crecimiento y la fiebre que despierta a su alrededor. Porque no es sólo mercadotecnia lo que genera este chico. No es mediático que hinchas se tiren sobre su vehículo cuando sale del Camp Nou o que árbitros le pidan su camiseta, como pasó recientemente en ocasión de un importantísimo partido que definía uno de los logros que terminó en las manos del Barça.

Messi interrumpe la charla para tomar un líquido hidratante. "Me dijeron que no salí muy bien en la fiesta. Es que tomamos un poco de más en el recorrido que hicimos por la ciudad... Es que mis compañeros me gastaban en la fiesta de Roma porque no tomaba y después acá me costó decir que no (risas)?" Como el resto de sus compañeros, disfrutó al máximo de la celebración posterior a la final que se hizo en el majestuoso Castillo Villa Aurelia, en el Trastevere de la "Ciudad Eterna". Leo escogió los rincones más secretos del jardín para disfrutar el éxito entre los suyos. Quienes estuvieron en la fiesta dicen que miró desde afuera del salón, donde los invitados bailaron al ritmo de "Viva la vida", de Coldplay, que musicalizó el propio Pep Guardiola. Sin cumbia y sin reggeaton, prefirió quedarse afuera lamiendo un helado con su camiseta azulgrana N° 10 puesta.

Quien salió a responder por Leo ayer fue su escudo protector desde que asumió como entrenador: Josep Guardiola. "Messi estaba feliz como todos nosotros. Ha participado mucho de la fiesta. No iba borracho. Quizá las imágenes de televisión distorsionaron un poco la realidad (risas)?Bueno, se bebió agua y un poco de cerveza, pues si no tenemos permitido un poco de alcohol ahora, ¿cuando lo vamos a tener?", explicó el DT que le cambió la rutina alimentaria a Messi y que logró rescatar lo mejor de la Pulga para su equipo.

La charla con LA NACION es extensa y es el primer contacto que tuvo con la prensa argentina desde que terminó el partido con Manchester en Roma. "Pido disculpas si no atendí antes el teléfono, pero decidí cerrar el celular porque si no era imposible. Recién hoy lo prendí. Bueno lo hizo mi viejo, porque yo estaba medio dormido y no lo encontraba", se excusa Lionel, que a las 10 de la mañana fue levantado en su fortaleza de Castellsdefells para cumplir con un compromiso con la empresa Konami, que contrató a Messi como cara del juego Pro Evolution de PlayStation. Cumplido el compromiso, volvió al restaurante La Pampa, al costado de la autovía. Un lugar amplio, donde hay un quincho especialmente preparado para mantener la intimidad cuando una figura como Messi va a comer con su familia. Es uno de los sitios preferidos para degustar carne argentina. Allí se habría encontrado con su novia, Antonella Rocuzzo, algo que no pudo ser confirmado. Es rosarina y se conocen de chiquitos, y una vez que pasen los partidos por las eliminatorias del seleccionado, ambos encararán unas merecidas vacaciones. El Caribe, Miami, o Tailandia son las opciones.

-Leo, ¿qué queda para vos en este cierre de la temporada?

-Volver al país para jugar con el seleccionado. La Argentina debe clasificarse al Mundial lo antes posible y confío en los jugadores que tenemos para poder conseguirlo. Tenemos que estar tranquilos porque Diego seguramente sabe lo que hace.

-Como los chicos argentinos de tu edad, adorás a Diego y es curioso, porque, salvo excepciones puntuales, nunca lo vieron jugar. ¿Sabés que él no pudo ganar la Champions en Barcelona?

-Son circunstancias. En el fútbol ganás o perdés y eso condiciona un logro deportivo. Diego salió campeón del mundo y yo daría lo que no tengo por poder ser campeón en un Mundial. Ojalá podamos conseguirlo con él como DT.

Termina el recorrido y la entrevista. Lo están esperando sus afectos para la última celebración con el club. Mientras, la televisión, a cada instante, repite esa misma bandera que se exhibe en todos los partidos en el Camp Nou. ¿Qué dice? "En la mitología se estudia un nuevo Dios: Lionel Messi".

72 por ciento entre 7367 personas eligió a Guardiola como el mejor DT de la historia de Barcelona, según una encuesta realizada por el diario El País. En segundo lugar, y con el 15%, figuraba Johan Cruyff.


Leo llegaría hoy al país para sumarse a la selección
Después de la consagración en la Liga de Campeones, Lionel Messi llegaría hoy, a las 19.40, a Buenos Aires en el vuelo 6845 de Iberia, según anunció ayer la AFA en su sitio oficial. El crack argentino fue convocado a la selección para los dos choques correspondientes a las eliminatorias mundialistas ante Colombia y Ecuador.

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