viernes, 26 de septiembre de 2008

PIERDE TU PACIENCIA, ECUADOR

Al momento de escribir este artículo, retumba en mi cabeza el discurso de Jaime Nebot que se difundió hasta ayer en los medios de comunicación, extraído de uno de esos memorables discursos políticos en defensa de los intereses de Guayaquil.

Me retumba el “¡Guayaquil, pierde tu paciencia, carajo!”.

Y es que el Ecuador entero parece estar levantándose de un letargo de casi dos años, embelesado por las falsas promesas del último profeta.

El Ecuador se está despertando lentamente de ese sueño prometido de días mejores, que se ha convertido en la pesadilla de días peores.

En estos casi dos años de gobierno de la revolución ciudadana, los ecuatorianos solo hemos observado insultos, confrontación, agresiones, incitación a la violencia y al odio entre ecuatorianos, despilfarrode los dineros públicos y promesas incumplidas.

Convertido en el abanderado de la revolución, Rafael Correa prometió un cambio de vida para los ecuatorianos y este no se ha dado; por el contrario, las condiciones del país hoy son más críticas que cuando asumió el poder.

Prometió combatir a la partidocracia y lo hizo con una parte de esta; porque otra buena parte forma parte hoy de sus cuadros directivos. Porque otra buena parte de esta sigue siendo su guardia de choque para imponer la fuerza sobre la razón y el derecho.

Porque otra buena parte de esta se alineó a sus designios, aterrada de que se hagan públicos los atracos aeronáuticos interandinos, que todos conocen y que aún callan, salvo una valiente política perseguida por denunciarlo.

Prometió casas que aún no existen, carreteras que ni por haber sido contratadas a dedo están listas, prometió no pagar la deuda externa y la ha pagado puntualmente, prometió combatir la burocracia dorada, que ahora se encuentra en su mejor momento desde que descubrió que bastaba alinearse al lado de los verdes.

Eso es la revolución ciudadana hasta hoy: promesas incumplidas y las mismas prácticas políticas de siempre, a cargo de los nuevos compadres de la alianza.

Por eso es que ya se vive en el Ecuador, el desgaste de la revolución.

Porque la gente siente en sus bolsillos la carestía de la vida; la falta de políticas coherentes del Estado en educación, salud y vivienda.

Porque la delincuencia se lleva en peso a la gente y sus bienes, mientras la máxima autoridad del ramo, pretende tapar el sol con el dedo.

A los políticos se los castiga con el voto. Y desde hace rato, esta elección dejó de ser para aprobar un proyecto de Constitución.

Así lo decidió el mismo Gobierno cuando ha inundado los medios con publicidad oficial y puesto toda su maquinaria, con el Presidente a la cabeza, para promocionar el Sí como un voto a favor del régimen, al margen de la formal convocatoria del Tribunal Supremo Electoral.

Las elecciones del domingo ya tienen un perdedor. Gane o pierda el Sí, quedará en evidencia el desgaste de la revolución y del proyecto político que está llevando al despeñadero al Ecuador.

Guayaquil, ya perdió la paciencia; ahora te toca a ti, ¡Ecuador, pierde tu paciencia, carajo!

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