lunes, 8 de septiembre de 2008

A REACTIVAR EL CIRCUITO OFENSIVO


Con Riquelme intermitente y los goles con cuentagotas, el circuito ofensivo del seleccionado no satisface las expectativas desde hace bastante tiempo. El límite a partir del cual se produjo el declive se podría fijar en la Copa América de Venezuela 2007. Desde entonces, el juego del seleccionado perdió fluidez en la construcción y eficacia en el área rival. Hay dos motivos centrales: Riquelme no está en su mejor nivel y la fórmula ofensiva aún no cubrió debidamente la ausencia de un goleador de oficio, como lo venía siendo Crespo, que en el torneo continental sufrió un desgarro y después nunca más volvió a ser citado por su poca continuidad en Inter.
RIQUELME, EN SU LABERINTO
Por sus características, Riquelme es poco menos que un caso único en el fútbol mundial moderno. Se puede rastrillar el planeta y difícilmente se encuentre un jugador que sea su espejo o se le parezca mucho. Su velocidad es más mental que física, lo cual ya lo separa de la legión de volantes de corte atlético. Su juego reposa más en la cabeza y la fina sensibilidad del pie derecho que en los músculos. Se desentiende de la recuperación de la pelota, tarea común a cualquier mediocampista de la actualidad. Es la clase de futbolista que se hace dueño del equipo o... tiende a diluirse y dejar un vacío que es difícil de disimular. Tanto en su club como en el seleccionado, Riquelme nunca volvió a ser el que llevó a Boca a la obtención de la Copa Libertadores 2007. En el segundo semestre de ese año padeció el destierro en Villarreal y Basile igual lo rescató para el seleccionado, en el que, con su notable pegada en los tiros libres, dejó su huella en las victorias ante Chile y Bolivia.
El regreso a Boca en 2008 lo situó en una meseta de rendimiento, sin muchos picos. Más allá del apoyo incondicional de Basile, su papel en el seleccionado comenzó a difuminarse en la misma medida en que crecieron la presión y la ilusión por la proyección de otros hombres de ataque, como Messi, Tevez y Agüero. Ninguno de ellos puede ser señalado como el reemplazante natural de Riquelme, que, sin embargo, dejó de ser el termómetro del equipo.
El N° 10 de Boca ni siquiera fue la principal figura en los Juegos Olímpicos, en los que, en grado de importancia para el equipo de Batista, quedó por debajo de la contribución de Messi, Di María y Mascherano. Hay un Riquelme más apagado y discontinuo. Lo que cuesta precisar es si eso se debe sólo a una razón futbolística y física, o a una incomodidad por el protagonismo que comparte con otras individualidades.
Lo cierto es que la Argentina necesita de la mejor versión de Riquelme para que no se transforme en alguien prescindible. Como no hay un hombre específico detrás de él que pueda quitarle el puesto, la alternativa para poner en práctica es la de una fórmula sin enganche, que Basile ya probó con Luis González o retrasando a Messi, en una misión que no lo beneficia.
SE BUSCA UN GOLEADOR
Crespo fue el sucesor natural de Batistuta. Menos automático es el proceso para cubrir el lugar del atacante de Inter. La del goleador es una especialidad que está más allá de cualquier esquema o planteo. Son hombres de área que están para terminar jugadas, aprovechar descuidos y guiarse por la intuición y el olfato. Desde que Crespo quedó al margen, Basile apostó por una referencia de área con Diego Milito (dos partidos) y Julio Cruz (cuatro cotejos), sin goles. Para enfrentar a Paraguay, tenía pensado incluir a Palermo, decisión más coyuntural que con miras al futuro.
Sin un clásico goleador que lo convenciera, el Coco se dejó tentar por la fórmula de los "bajitos", como él denomina a la alineación de Messi, Tevez o Agüero. Mucho se habló de cierta incompatibilidad futbolística entre Messi y Riquelme, que últimamente ya no lo es tanto, como es lógico entre dos jugadores que tienen más puntos de complementación que de rechazo. En ese debate se perdió de vista que la conexión entre Tevez y Messi dista bastante de ser la mejor. Si alguno quiere profundizar el contrapunto, tiene a disposición un duro reclamo verbal y gestual que Tevez le hizo a Messi durante el encuentro con Paraguay.
No es una pareja a la que le falte rodaje. En el ciclo de Basile jugaron juntos en 12 partidos (en dos de ellos, Messi lo hizo de enganche, detrás de otros dos atacantes). Cuando coincidieron, Tevez sólo hizo dos goles (uno de penal); a Messi le fue mejor (convirtió cinco, uno de penal). Más difícil es recordar combinaciones y muestras de entendimiento entre ambos. Es un aspecto sobre el que Basile deberá trabajar, porque cada uno va por su lado.
Más viable parece la alternativa de Agüero, que pasado mañana será titular ante Perú. Sin responder al típico perfil de un goleador, el Kun tiene muchas cualidades y un margen de evolución para responder a las necesidades del puesto. A los 20 años, acreditar 4 goles en 12 cotejos con la pesada camiseta argentina no es un dato para menospreciar. Habrá que tenerle paciencia, la misma con que se sigue esperando el funcionamiento pleno de los engranajes ofensivos.
• La serie más negativa en una clasificación
Desde que las eliminatorias se disputan con el sistema de todos contra todos (que se puso en marcha para Francia 98), la Argentina nunca había acumulado cuatro partidos consecutivos sin triunfos, como ocurre ahora (derrota con Colombia y empates frente a Ecuador, Brasil y Paraguay). La racha más adversa era de tres cotejos, en el ciclo de Passarella, para el Mundial 98 (caída con Ecuador e igualdades frente a Perú y Paraguay).

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