miércoles, 21 de mayo de 2008

Ganamos y nos fuimos a dormir... al piso del avión

primer partido en Sunchales lo vi por Internet. No pude ver el segundo; tampoco el tercero, porque estaba jugando. Pero apenas terminamos la serie contra New Orleans, lo primero que hice fue llamar para averiguar cómo había salido Libertad-Quimsa. Estoy siguiendo con mucho entusiasmo la final de la Liga Nacional por mi hermano Sepo. Tienen que estar tranquilos. Están 3-0, pero todavía no se terminó. Yo sé lo importante que esto es para cualquier jugador. Y, por cómo van las cosas, estoy contento por él. Varios me dicen que la familia copó la televisión. Sebastián estaba en TyC Sports, Leandro comentaba por Canal 7 y, en Estados Unidos, yo iba por TNT... ¡Faltaba mi vieja en un programa de cocina!

Y ya que estoy con la Liga, les cuento que después del 7mo juego en Nueva Orleáns nos pasó algo increíble que me hizo recordar mis viajes en Andino o en Estudiantes. Aunque, pensándolo bien, esto no lo viví ni en los peores momentos en la Argentina. Apenas terminó el partido, Pop nos pidió que nos apuráramos, para salir cuanto antes para viajar hasta acá y descansar. Cumplimos, al pie de la letra. A las 11.30, estábamos todos arriba del avión, listos para despegar... cuando nos dicen que había desperfectos y que iban a tardar una o dos horas en solucionarlos. No nos importó. ¡Veníamos de ganar una serie durísima! Seguimos charlando, estábamos alegres y no pensábamos en la demora. A las dos horas, nos avisaron que el problema no era solucionable. Se llamó al hotel para volver y dormir en Nueva Orleáns. Pero no había lugar. Cuatro personas empezaron a buscar alojamiento. Llamaron a 25 hoteles diferentes. Desde los de 500 dólares la noche hasta los de 29,99, de ésos como en los que alguna vez paré con Pancho Jasen cuando vine a Estados Unidos de vacaciones en 2000. Pero en la ciudad había convenciones. Imposible, estaba todo ocupado.

No nos quedó otra que pedir permiso para dormir en el avión. Algunos se pusieron a jugar a las cartas; otros, a leer o a mirar películas. Lo peor es que muchos, como Tony Parker o yo, no estamos acostumbrados a dormir en asientos, así que nos tiramos en el piso, cruzados por el pasillo. Imagínense, ver gente de dos metros durmiendo así... era una imagen divertida. Nos pusimos de acuerdo para que a las 3 de la mañana se apagaran las luces y... nos tuvimos que arreglar. Fabri y yo les dijimos a los demás: "No se preocupen, así crecimos nosotros". Al final, el traslado a Los Angeles nos llevó 11 horas, cuando en condiciones normales no debería superar las cuatro. Además, con la diferencia horaria, llegamos acá a las 8.30, así que yo me pedí un desayuno en la habitación y me fui a dormir. Fue todo tan raro que diría que fue una siesta a las 10 de la mañana. Terminamos muertos y, con esto, no pudimos entrenarnos. Encima, ya tenemos que jugar contra los Lakers. Es raro. Tuvimos cuatro días de descanso entre el 6to y el 7mo partido con New Orleans y uno sólo antes de jugar la final.

Entre tantas cosas, no les conté nada del último juego. Bueno... jugamos un partido defensivo muy bueno. Evitamos que tuvieran ese lapso en el arranque del segundo tiempo en el que nos quebraban y conseguían que la gente se entusiasmara. Esta vez, en el 3er cuarto pasamos a ganar por 15 puntos y en el último nos costó mucho. Porque el esfuerzo que hicimos nos consumió energías y llegamos cansados al final, y porque ellos jugaron con desesperación. Cuando hacés eso, o tirás todo afuera o te salen todas, como pasó con Jannero Pargo, que está para eso, para entrar, confundir todo y dar vuelta un partido. No nos sorprendió, lo sabíamos, en un partido contra Dallas había metido 30 puntos.

También fue muy importante lo de Fabri. No sólo le toca bailar siempre con la más fea, en este caso marcar a David West, sino que además tuvo que estar pendiente todo el tiempo con las ayudas de los pick and roll con Chris Paul. Pero también es importante pensar que tiene un desgaste grande. Yo tengo que marcar a Peterson o a Stojakovic y cada tanto me como un golpe en una cortina. Fabricio tiene que estar raspándose todo el partido y toda la serie con jugadores grandes. Hizo un laburo impresionante, pero ya lo conocemos, lo hace siempre y, a veces, no lo destacamos.

Pero bueno... ya tenemos que meternos en la final de la Conferencia. La verdad es que con Pau Gasol, los Lakers son un equipo nuevo. Desde que él llegó, nos cruzamos una sola vez, pero no pude jugar, porque estaba lesionado. Tienen una gran confianza. Ahora no es sólo marcar a Kobe y listo. Con Pau, que entiende bien el juego, se potenciaron todos los jugadores de rol. Tienen un pivote que llama la atención y que, por si fuera poco, pasa bien la pelota. Ganaron en volumen de juego. Con todos los problemas y el poco tiempo, todavía no vimos mucho de ellos, pero hay algunas premisas elementales. Tendremos que tratar de que no jueguen cómodos y mover bien la pelota en ataque. No podemos darles de comer en la boca con pérdidas y errores pavos , porque no te perdonan.

Venimos de una serie larga, cansadora. En el último partido, jugué 41 minutos, algo a lo que no estoy acostumbrado. Pero además, son minutos distintos a los de la temporada regular, con mucha tensión y adrenalina. Recién ahora me estoy relajando y el desgaste se siente más. Pero hay que seguir adelante y hacer todo para tratar de ganar en Los Angeles. Apenas estamos en la mitad del camino de los playoffs.

Por Manu Ginóbili
Para LA NACION

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