miércoles, 27 de febrero de 2008

CALAMARO “COMPRARSE UN DISCO… ESO NO ES BURGUESÍA: ¡ES DIGNIDAD!”


Vos empezaste de muy chico a trabajar con la música, dicho esto en sentido artístico y propiamente laboral. ¿Cómo ves las cosas hoy con respecto a ese tiempo, hace treinta años? ¿Hay más facilidades? ¿Hay menos?

Hace treinta años, cultivar el rock era como ser rabino con Adolfo Hitler. Una permanente gambeta. Algo encuentra uno en la sala de ensayo… No importa si terminás siendo un artista genial o no. Elegís dónde querés estar en el mapa. El músico argentino, por tradición y por vigencia, siempre se sirvió de ayudas externas, léase un negocio parelelo, transas, una novia con departamento... También una convicción permanente: no olvidar que, en el fondo, estás respetando la ley del menor esfuerzo, y te conviene. Al mismo tiempo te ayuda la fe, sentir que podrías enfrentar un ejército cantando una canción. Puede ser tocando el rock del rico Luna Park o siendo un músico fluido, dominador de un instrumento. En algunos casos, la elección es no estudiar y, con eso y con todo, convertirte en músico de rock. Serlo. Después hay especialidades que se terminan aprendiendo. Yo, por citar un ejemplo cualquiera, sí que estudié; aprendí la partitura y las escalas, el two-five, estaba listo para empezar con los "standart". Pero seguí una corriente distinta hacia el rock, la canción de rock y formas musicales propias. Simplemente... play. Con la música se juega. Con la democracia, se come y se trabaja. Es como la más pura merluza.

Yendo específicamente a la música, ¿dónde ves cosas interesantes?

Mi confianza en la música es total. Yo sólo puedo decir que siempre escucho música interesante. Por ningún motivo perdería tiempo escuchando música fea. Además, ¡no puedo escuchar música mientras trabajo! Ademas de "Rehab" [de Amy Winehouse], Calle 13, Arcade Fire y Porco Rex, me gustaron muchas cosas más: para la música el mejor momento siempre es hoy.

¿Cómo vivís la digitalización de la música?

Yo preferiría la antigua forma, aunque ese conglomerado misteriosamente conocido como "la industria" nunca fue generoso con el género. En realidad, lo que cambia no es la música, pasa que hay una alternativa que es gratuita y, principalmente, está integrada en la cadena doméstica de comunicación y ocio. Si genera mayor independencia ejecutiva, y creativa, si el futuro se digna a llegar, cosa que no creo que ocurra en la Argentina próxima, se podría pensar en algo. Pero es como pensar que desaparecen los libros, o las películas (un horror). Esto sigue... como siempre. Espero que el oficio de grabar y editar discos no se extinga, supongo que la empresa y los artistas vamos a intentarlo mientras nos dejen, incluso si no nos dejan. La música libre en "internerd" es un fenómeno capitalista que atenta contra el sagrado derecho de autor. Además, vender discos no es algo que uno quiera hacer por interés. Hay algo deportivo... los que crecimos con las disquerías, mirando discos, pensando cuál comprar, la mayoría de las veces sólo mirando, ¡queremos que existan para seguir comprando discos! Un trabajador, o un sobreviviente, merece ese pequeño lujo: comprarse un libro, un disco, vestirse, invitar a un amigo a almorzar. Eso no es burguesía, ¡es dignidad!

Tenés experiencia en España como en Argentina, ¿cuáles son las principales diferencias que notás entre los dos mercados?

En España hay cierto desánimo. Por un lado es una sociedad con una interesante economía basada en el crédito y en la confianza; cuanto más grande es tu deuda, más tenés... más rico sos debiendo más. Sin embargo, hay un rechazo juvenil al disco como objeto físico, se supone que algunos músicos podemos vivir de las actuaciones en vivo, entonces, una franja de consumidores se rodea de play-stations, se pone una camiseta de fútbol y ejerce su derecho de no pagar por la música. Ya sé que es gracioso hackear los poderes multinacionales, pero la música independiente, las re-vanguardias, los autores de canciones perdemos y nos achicamos, mientras que un futbolista del Deportivo Huelva puede ganar ¡dos millones de euros por año… o por mes! Engañarse pensando que sos un hippie, eso es ser el peor capitalista, cantaba Moris. También ocurre que las radios, que antes eran una herramienta un poco corrupta para difundir un disco, ahora tienen otros clientes mejores, y ya no se inclinan ante el majestuoso poder del rock... ni para robar un poco. A veces sacás un disco ¡y nadie se entera!

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