viernes, 27 de junio de 2008

NI EL MARACANÁ PUEDE ACHICAR A ESTA LIGA

Si los resultados hablaran… Las cosas que dirían de este magro 4-2.

Uno no termina de sorprenderse nunca: ver a un equipo brasileño haciendo tiempo mientras pierde 4-2 para que el partido termine así es una película desconocida. La estrenaron la noche del miércoles pasado. Tal era el baile que Liga le había dado a Fluminense en el primer tiempo que, cuando logró su inmerecido segundo gol, en lugar de ir por más Flu se quedó quietito. Sin duda, para los de Renato el 2-4 fue negocio: era un partido de cinco a seis goles de diferencia.

La historia de la Libertadores no recuerda, en finales, un bailoteo similar ni un primer tiempo de 4-1. Menos a un equipo brasileño. Las finales son más protocolares, cerradas, tensas. Lo curioso es que Liga de Quito no fue una tromba destructora sino un vendaval sereno, un viento fuerte, fresco y alegre: arrasó con juego. Como si alguien le dijera a una cucaracha, “amorcito lindo, tengo que aplastarte, pero será dulcemente, sin brusquedades”. Así fueron llegando los goles, como producto natural e irremediable de su armoniosa dinámica.

La Copa, si llega, coronará el proceso evolutivo del fútbol ecuatoriano, pero ya fue consagratorio el fútbol de Liga, su insultante superioridad, la técnica individual, el funcionamiento, el atrevido planteo de salir a arrasar de entrada, la autoridad para dominar el juego. Y en esto no entra la altura: al minuto ya ganaba Liga. Nadie se ahoga en un minuto; ni en el Himalaya.

Si traían a un hincha noruego, que desconociera a ambos equipos y le preguntaban cuáles eran los brasileños hubiese respondido: “Los de blanco”. La extraordinaria circulación de pelota del cuadro azucena no es otra cosa que el célebre “toque de bola” que encumbró a los hermanos de Pelé. El jogo bonito y el carnaval fueron patrimonio ecuatoriano.

Fluminense marcha último en el Brasileirao. Colero entre veinte equipos, con apenas dos puntos en siete fechas. Suponíamos que era porque había guardado todas las municiones para ametrallar a Liga. Pero no. Tal parece que Fluminense es esto nomás. Ya lo vimos en semifinales: Boca lo peloteó por aire, mar y tierra los dos partidos, sin embargo la suerte es una chica enamorada de los brasileños; lo sabemos hace años. Si faltaba una demostración valga ese golazo de Conca que ponía el 1-1 parcial, resultado mentiroso si los hubo.

¿Que el 4-2 no garantiza la Copa…? De acuerdo. ¿Que el 4-1 sí era indescontable…? Seguro. Después de ver cómo se dio el juego, apena el marcador. Es injusto de toda injusticia. Pero se ganó. El fenomenal Patricio Urrutia (¡Qué poco ha sido tenido en cuenta en la selección ecuatoriana en todos estos años!) puso la cuota de sensatez: “Merecíamos más, pero si antes del partido nos preguntaban si queríamos un triunfo por dos goles firmábamos con los ojos cerrados”.

De modo que no hay espacio para lamentos. Por encima de la victoria, lo que avala la ilusión es el nivel del equipo: los muchachos de Liga se convencieron de poder imponer su fútbol, de no ser menos que el rival (todo lo contrario). El jugador olfatea enseguida lo que tiene adelante; si intuye que puede no lo detiene nadie. Y hay un respaldo espiritual importante: nace en la solvencia y en la personalidad de Cevallos, sigue en la garantía que ofrece Norberto Araujo y se prolonga en las dos columnas del medio: Vera y Urrutia. Los de arriba son otra especie: Manso tiene la batuta, aunque Bolaños es el gran director de orquesta (señor Vizuete: ahí lo tiene, no lo desaproveche), Guerrón es la avalancha y Bieler un goleador de raza: ¡Qué magnífico anticipo a Thiago Silva para puntearla a la red en el primer gol…! ¡Eso es un gol de goleador…! Mención para Jairo Campos: cada vez más afirmado, más osado saliendo con la pelota y llegando al arco rival.

Ni el Maracaná puede achicarlos después de esta demostración que se han dado a sí mismos. No hay que subestimar, desde luego: los de enfrente son brasileños.

Un detalle interesante, vale sopesarlo, es que Liga fue de menos a más en la Copa. Ha cumplido sus mejores actuaciones en la segunda parte del torneo (San Lorenzo, América, Fluminense), cuando la exigencia aumenta. Fluminense ha descrito una parábola opuesta: parece llegar desinflado.

A Liga le falta un solo paso para abrazar la gloria, sin embargo ya se metió al continente en el bolsillo, lo encantó con su fútbol. El próximo miércoles tendrá 200 millones de hinchas.

Diez días atrás, Ecuador salió con rabia del estadio de River por su empate ante Argentina. Hoy se lamenta de que Liga apenas le hizo cuatro a Fluminense en una final de Copa. ¡Cómo cambian los tiempos…!

POR JORGE BARRAZA (TOMADO DE SU COLUMNA ALGUIEN TENIA QUE DECIRLO)

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