sábado, 2 de agosto de 2008

EL “OGRO FILANTRÓPICO”

Como ha ocurrido desde los inicios de nuestra vida republicana, la nueva Carta Magna es una amalgama de idealismo, paternalismo, legalismo y autoritarismo
En derechos individuales la nueva Constitución es una utopía. Hay un divorcio entre lo ideal y lo real, garantiza tantos beneficios, que solo faltó que nos asegure sin sufrimiento el amor y la muerte como parte del “buen vivir”. Para sustentar esta utopía, presupone recursos infinitos, repartidos a través del papá Estado. Sin embargo, el paternalismo engendra autoritarismo. A cambio de los beneficios exige sacrificar la libertad, concentra poderes y favorece el nacimiento de caudillos y mientras más se fortalece el caudillismo, más se debilita la ley. Se creará un “ogro filantrópico”, como definió el premio nobel Octavio Paz al Estado benefactor, obeso y atrofiado.
El paternalismo estatal será promovido a través de la burocracia, que será la encargada del cambio. ¿Puede la burocracia ser agente de cambio? No. La burocracia es fofa y lenta, conservadora por naturaleza, siempre argumentando leyes para decir NO se puede. Más aún en el Ecuador, donde la burocracia tiene deficiencias profesionales pues su selección mayoritariamente no resulta de méritos sino de recomendaciones, amistades y parentescos.
El propio presidente Rafael Correa ha debido probar esta amarga medicina: cuántas de sus promesas no han llegado a buen término por la ineficiencia burocrática, a pesar de las reprimendas públicas a sus ministros. Ejemplos sobran: el servicio del IESS, la caída de la producción en Petroecuador, las carreteras inconclusas, la rehabilitación del ferrocarril, etc.
Con 444 artículos, superada solo en número por constituciones africanas, la nueva ley suprema no llegará al ciudadano común, quien no podrá aprehenderla y apropiarse de ella, consecuentemente, no se institucionalizará.
Como las anteriores constituciones exigirá una multiplicación de más leyes, regulaciones y reglamentos, que pasarán a engrosar la lista de casi 100 mil leyes que se han dictado desde nuestra Independencia, de las cuales están vigentes 45 mil, muchas duplicadas y contradictorias. Este laberinto legal entorpece el trabajo, facilita la corrupción y vuelve indolente a la burocracia. No hay rapidez ni para una emergencia. Según Justicia Vial un 40 por ciento de los reclamos del seguro de accidentes –SOAT– no ha sido pagado a pesar de meses de trámites, porque falta una firma del ministro de Gobierno.
La nueva Constitución crea un cuarto poder, el poder ciudadano, llamado a controlar a los poderes Ejecutivo, Judicial, Legislativo. Será responsable de nominar a todos los órganos de control, incluidos la Corte Constitucional, los superintendentes y los defensores del pueblo, etc.
Su conformación está mayoritariamente atada al poder Ejecutivo. No hay un contrapeso para este ente: nadie controla al controlador.
Es decir el sistema alimentará la peste autoritaria, acunada por naturaleza en quienes buscan el poder. Es una lástima que hayamos desperdiciado otra oportunidad para construir una democracia sólida y sana sin los tumores autoritarios, agazapados en un “ogro filantrópico”.
Por Dra.Patricia Estupiñan (Revista Vistazo/08)

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