sábado, 2 de agosto de 2008

SÓLO EL DEBER CUMPLIDO


Gracias a una gran recuperación, tras estar abajo por 19 puntos, la Argentina venció a Australia 95-91 y logró el título; faltaron coordinación y variantes

NANJING.- "¡Eh, Manu, levanten las manos!" , reclamaba un fotógrafo italiano. "¡El trofeo, muestren el trofeo!" , gritaba otro a la distancia, mientras apuntaba. La respuesta desde el podio, tras la coronación del seleccionado nacional campeón de la Copa Diamond Ball, fue un lento y leve movimiento de brazos en alto, algunas sonrisas y nada más. Nadie besó el trofeo ni se puso a saltar en ese primer escalón. Quedó claro que no tenían nada que festejar. Haberle ganado a Australia, el muy serio rival del 12 del actual en Pekín, sufriendo y por sólo cuatro puntos (95 a 91), no los dejó satisfechos.
Tampoco los colmó de felicidad la fenomenal levantada del tercer cuarto, después de perder por 19 puntos (54 a 35) a los 2 minutos. Y tampoco los monumentales trabajos de Luis Scola y Emanuel Ginóbili en el segundo tiempo, en el que convirtieron 28 y 18 puntos, respectivamente, para permitir un triunfo trabajoso, elaborado a puro oficio y brillantemente resuelto, sin fallar ni un tiro libre decisivo en los dos últimos minutos (6 de 6).
Pese a que mostraron casi todas las virtudes que ya son un sello de la Generación Dorada -temple, mentalidad ganadora, entrega, sacrificio, talento, garra, experiencia y mucho carácter-, la conclusión de casi todos fue esa moderada tranquilidad de haber hecho lo que debían. Sintieron, simplemente, que habían cumplido.
Haber escuchado, a dos metros del rectángulo de juego, todo lo que se dijeron durante los 40 minutos, deja en claro el altísimo grado de compromiso y oficio de un selecto grupo de seis o siete jugadores ganadores de cientos de batallas similares. Se apoyan, se ordenan, se reclaman, se piden disculpas, se alientan y se dan consejos de una manera admirable. Fruto de una química muy sólida y forjada en años. Fue un triunfo de orfebres logrado sobre la base de la sabiduría pura.
Pero, evidentemente, ellos no quieren tanto desgaste y tanto derroche físico; prefieren ganar sustentados en una mejor estructura colectiva, más ajustada en la coordinación defensiva y con un mayor repertorio de variantes para desequilibrar en sus ofensivas. El grupo campeón olímpico se crió así y sabe que para que Scola no tenga que eludir a tres torres y convertir un doble antológico, o para que Manu no deba penetrar en bandeja entre seis manos que se le cruzan en el aire y meter un doble impresionante, o para que Chapu Nocioni no tenga que andar volando de palo a palo para tomar un rebote de gigante, la Argentina necesita mayor orden táctico y estratégico. Clama por triunfos menos sacrificados, más inteligentes, armados merced de una estrategia casi ajedrecística. Porque ése es otro de los símbolos de los campeones olímpicos, que ayer apareció por momentos y, muchas veces, por obra y gracia de Pablo Prigioni, el arquitecto que con su traslado seguro es capaz de sacar conejos de la galera o soportar el asedio de la presión rival sin inmutarse, casi con desprecio, desalentando todo atrape que ensayen sobre él.
Pareció una victoria surgida de la calidad de los jugadores, de seis o siete, y no de una programación fina, calculada, bien aprendida y eficaz.
Es cierto que Australia fue un gran rival, que sorprendió con su capacidad para acertar triples y que, además de la superior talla física, mostró una agresividad inusitada: defendió muy bien y tuvo mucho coraje y atrevimiento, pero los argentinos, parece, no aceptan todas esas excusas.
Están contentos porque ganaron un torneo importante y dieron otro pasito al frente en el camino hacia los Juegos Olímpicos, pero los engranajes de la maquinaria que ellos pretenden, ese relojito exacto todavía no apareció. ¿Habrá tiempo? ¿O la esperanza habrá que apoyarla en la espalda de media docena de talentosos jugadores? Enigmas que sólo se develarán en el gran objetivo del año.
Los antecedentes del torneo Diamond Ball
Fue el tercer torneo Diamond Ball organizado por la FIBA. En los anteriores, éstas fueron las tres primeras posiciones: en 2000, en Belgrado, 1ero, Australia; 2°, Yugoslavia, y 3ero, Italia. En 2004, 1ero Serbia; 2°, Lituania, y 3ero, la Argentina. Y en el último, 1ero, la Argentina; 2°, Australia, y 3ero, China, que derrotó a Irán por 75-46. En el perdedor sufrió un esguince de tobillo izquierdo su figura, el pivote Hamed Ehadadi.
El público local se volco por la Argentina
Unos 7000 espectadores presenciaron ayer la final de la Copa Diamond Ball, en un estadio con capacidad para 11.000, y otra vez el público local volcó toda su predilección por el equipo argentino, especialmente por sus dos ídolos, Luis Scola y Emanuel Ginóbili, que se cansaron de firmar autógrafos.
Se busca un último amistoso antes del debut
Como no pudo concretarse un último amistoso en esta ciudad, el cuerpo técnico y los dirigentes de la Argentina están buscando la posibilidad de jugar en Pekín un partido contra alguno de los seleccionados que participarán en los Juegos. Claro que sería a puertas cerradas, pues el Comité Olímpico Internacional no permite encuentros amistosos con público dentro de Pekín.

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