miércoles, 6 de agosto de 2008

Técnicos y futbolistas, ¿también periodistas?

¿Deben incursionar los entrenadores y ex futbolistas en los medios de comunicación ejerciendo como periodistas?

En cada seminario de periodismo al que asistimos nos formulan la recurrente interrogación. De antemano, la consulta no es del todo correcta: los protagonistas son opinadores, no conducen programas, ni siquiera entrevistan, acaso mechan alguna pregunta. ¿Se sabe de muchos entrenadores o futbolistas que se convirtieran en figuras mediáticas? (Conocemos algunos: Quique Wolff, Sergio Goycochea, Carlos Caszely…) El rótulo de presentador es siempre ocupado por periodistas. Y es lógico: están mejor pertrechados para desarrollar la actividad. Son empíricos (la experiencia), académicos (la universidad), está la vocación y los cinco centavos de talento traídos de fábrica. Futbolistas y técnicos carecen de esos soportes.

A favor. Nadie sabe más de fútbol que los entrenadores y los ex futbolistas. Aportan calidad en el concepto, en el fundamento del análisis, enseñan a ver mejor el juego, descubren al público secretos que incluso el periodista desconoce. Naturalmente, al principio les cuesta adaptarse al micrófono, es un mundo diferente para ellos, pero luego le toman la mano y lo hacen con corrección. No brillan pues tienen la opinión blandita, se sienten inhibidos de reprobar a un colega. Es un código que se cuidan de violar. Y la crítica sin rigor pierde impacto. Un analista sin firmeza es como un jockey sin látigo. Pero está el tamiz natural de todas las cosas: lo bueno queda, lo malo se va solo. La prensa escrita está menos invadida en este aspecto porque escribir es una tarea muy específica y técnica; hablar hablamos todos, escribir no.

Si una transmisión mejora su producto y su mensaje con la incorporación de un hombre del fútbol, bienvenido, no podemos negarnos a la excelencia. No hay que temer. Tampoco es romántico actuar con sentido corporativo y decir “Si no es periodista que no entre”. Además, hay que escuchar la voz del soberano: la gente gusta de ver a los ídolos en TV, escucharlos en radio. Uno mismo se afana leyendo cualquier columna de Tostao cuando pesca una Folha de Sao Paulo. ¿Por qué negar ese deseo...? ¿Porque somos los periodistas quienes hacemos la sección deportes...?

Curiosamente, la gente del fútbol sí evidencia espíritu de cuerpo: para fungir como periodista ellos sólo deben ponerse un saco y una corbata; para ser entrenadores, nosotros deberíamos hacer un curso. Y nadie nos daría un equipo. Los mismos que braman si uno pisa un vestuario se acomodan lo más orondos en el estudio de televisión o en la cabina de radio.

Alegra ver a Mario Kempes en la pantalla de ESPN comentando la Liga Española o la Champions League. Es auténtico Marito, campechano casi, domina el tema. Le falta, claro, la soltura de un periodista, la formación para barnizar con un verbo más expresivo y galano su pensamiento. Además, no castiga. ¿Es pecado decir que un jugador es malo? En absoluto, sólo que Mario, como otros protagonistas, siente que no debe decirlo, lo ve como un colega.

Héctor Vega Onesime, ex director de El Gráfico radicado en Chile, lo ve con desagrado: “Hay un exceso de ex (futbolistas, técnicos, árbitros) en los medios, especialmente en TV. Y en la mayoría de los casos, sin aportar. Observo con preocupación y/o pena una proporción inversa a la que debiera: en un panel hay un periodista o comunicador y varios ex. Debiera ser al revés para que la opinión sea menos comprometida, más taxativa y dicha con mejor lenguaje”.

Edgardo Broner, excelente periodista argentino-venezolano, lo encuentra positivo: “Resulta un aporte interesante en tanto transmitan la óptica única de quien vivió los partidos en el campo y su entorno. Siempre que el personaje sea también un buen comunicador. Para ello deben estar claras las funciones de cada uno. Si el conductor del programa o la transmisión (vale también para el director de un medio escrito) pregunta sobre esas vivencias y relaciona esas realidades con las actuales, el valor agregado puede resultar extraordinario. Contar cómo se vive un partido antes, qué se hace en el entretiempo, las reacciones ante determinadas situaciones, ilustran a la audiencia”.

Aunque advierte sobre vicios y deformaciones: “Es un desperdicio tener a un ex futbolista como animador, anunciando un corte o tomando otras funciones que desconoce. En muchos de los casos en Latinoamérica, el personaje no se aprovecha bien. No debe tomar un papel que no le corresponda”.

En contra. No cierra ver un panel con un periodista y cuatro ex futbolistas. Ver individuos que se negaban a atender a la prensa en sus tiempos de jugador, o eran inaccesibles como técnicos, embolsando hoy miles de dólares por animar programas periodísticos. Otros que ingresan en los medios cuando están desocupados, se van cuando consiguen club, vuelven cuando los echan y otra vez se suben a la diligencia si les sale un contrato. ¡Así no, muchachos…!
Por Jorge Barraza (Diario El Universo 06/08/08)

No hay comentarios: