viernes, 29 de agosto de 2008

¡NO BASTA!

Así se llama una canción de Franco De Vita que hace algunos años alcanzó gran popularidad.

Y en esta ocasión solo he tomado prestado ese título, o más bien esa expresión, para decir lo que pienso en torno a los sucesos que ocurrieron en la última kermés de los sábados dentro de los predios de la Universidad Católica.

Como en mi hogar me enseñaron a reconocer los méritos ajenos, quiero comenzar aplaudiendo la retardada pero finalmente firme posición judicial que han asumido las máximas autoridades de la Universidad Católica en relación con los atropellos y violaciones a libertades humanas fundamentales que se habrían producido contra estudiantes por el solo hecho de ejercer su derecho a disentir.

Creo que este hecho, no puede quedar en la impunidad.

La sociedad ecuatoriana no puede permitir que a nuestra juventud se la veje de la manera injusta y desproporcionada como se la habría vejado en ese bochornoso suceso, con recursos de todos los ecuatorianos.

En este primer punto entonces, bien por las autoridades de la Universidad y ojalá la Fiscalía y las autoridades judiciales, actúen con la misma celeridad que en casos en los que el acusador es el Gobierno.

Pero en mi criterio, el problema no ha terminado con esta participación judicial enérgica que hemos relatado.

Como ciudadano, ex alumno y ex catedrático de la Universidad Católica, considero que aún sus máximas autoridades le deben al país una explicación.

1.- ¿Por qué permitieron que un evento evidentemente político, tal como lo ha sido desde que Rafael Correa asumió la presidencia, tuviera lugar dentro de los predios de la institución y nada más y nada menos que en el Aula Magna de la Universidad?

Porque estamos de acuerdo en que nadie, ni siquiera el mismo Presidente, concibió voluntariamente la posibilidad de que se dieran los sucesos que generan este artículo de opinión.

Pero la responsabilidad de las decisiones que se toman en representación de una institución, alcanzan no solo a las consecuencias deseadas de esas decisiones, sino a las previsiblemente posibles, y no estoy muy seguro de que no era previsible lo sucedido.

Además, no es que simplemente se autorizó el evento, sino que las máximas autoridades asistieron al evento y estuvieron sentadas en primera fila aplaudiendo al líder máximo de la revolución.

2.- ¿Por qué la institución no ha presentado todavía un enérgico reclamo a la máxima autoridad de gobierno por los excesos que sus partidarios y sus subordinados de la fuerza pública habrían cometido contra los estudiantes de la universidad?

Yo sé que esto último es complicado, considerando que quien asiste y aplaude difícilmente puede luego increpar o reclamar al aplaudido, pero no por ello podemos dejar de mencionarlo.

Los seres humanos nacemos con la certeza de que nos equivocaremos muchas veces; es parte de la esencia del ser humano.

Pero jurídica y moralmente, estamos obligados a asumir las consecuencias de nuestros errores.

Lo de la Católica no puede volver a suceder; y deberá ser una lección para todos quienes asuman la responsabilidad de conducirla a futuro.

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