sábado, 4 de octubre de 2008

CAUDILLISMO

Sigue siendo el protagonismo de Rafael Correa el factor determinante que inclina los resultados electorales de los últimos tiempos en el país, siendo el del pasado domingo una muestra clara de aquello. Me pregunto, si en lugar del Presidente hubiese sido Fernando Cordero, Alberto Acosta o María Paula Romo, citando nombres por méritos y al azar, los que hubiesen sido los activistas principales del Sí, contando para el efecto con los mismos enormes recursos, publicidad y proselitismo que se dio en esta reciente campaña, ¿habría ganado el Sí?
Hay quienes dirán que claro, que lo que el país ha hecho es una ratificación de una opción ideológica, no un seguimiento a un actor político, sin embargo, estoy convencido de que la intervención de Rafael Correa sigue siendo el elemento decisorio en la decisión popular.

Por eso es que ahora, que se habla de primarias para determinar quién será el candidato presidencial del Movimiento PAIS, hay que afirmar que esa insinuación, la de las primarias, está bien para el dicho pero nada más que para eso, toda vez que la única opción segura –yo diría bastante segura–, es la de Rafael Correa, al punto que no sería de extrañar que resulte reelecto presidente obteniendo los votos necesarios para ganar en la primera vuelta presidencial. ¿Existe algún otro candidato en el sector oficial que permita dicho escenario? No, y esto, a pesar de que se sigue insistiendo en la disminución del respaldo ciudadano a las tesis oficiales, ahora con el 64%, no en los niveles del año pasado. Quizás el punto es que ciertos voceros del Gobierno anunciaron una paliza de 3 a 1, cuando en la realidad la votación lograda no alcanza para una diferencia de 2 a 1.

Que Guayaquil sigue siendo una complicación electoral para el régimen es cierto, en la medida en que se siga desconociendo la realidad política de esta ciudad así como su rechazo a modelos de desarrollo que posiblemente son satisfactoriamente recogidos en el resto del país. Es interesante advertir que esta cosmovisión guayaquileña, mercantil y liberal, genera suspicacias no solo en los círculos del poder sino inclusive en ciertos espacios intelectuales de nuestra capital, quienes siguen insinuando que lo que busca Guayaquil es el separatismo. En todo caso, debe recogerse lo que en esta semana dijo el secretario de la Administración Pública, en el sentido de que el Gobierno tiene que considerar “políticas particulares para atender las necesidades de cada lugar”.
Volviendo a lo inicialmente planteado, insisto en el análisis que sugiere que antes que una inclinación ideológica hacia la izquierda del electorado de este país, lo que existe es un seguimiento mayoritario a un liderazgo político, en este caso, representado claramente por Rafael Correa, lo que demostraría que el comportamiento electoral sigue sujeto a raíces históricas, muy definidas en el caso ecuatoriano. Por ahí escuché un comentario en el sentido de que con tantos recursos y despliegue proselitista, cualquiera obtiene una mayoría electoral, aún más si virtualmente no existen líderes de oposición; ante ese planteamiento, yo insisto en el hecho de que ningún otro dirigente del movimiento oficial asegura un éxito electoral, por más recursos que incorpore en campaña. En otras palabras, el socialismo del siglo XXI a los pies del caudillismo de antaño.

No hay comentarios: