miércoles, 24 de diciembre de 2008

BOCA RESCATÓ UN TÍTULO DEL MUNDO DEL REVÉS


Tan estrambótico como fue el desarrollo del Apertura, cabía esperar un cierre en la misma línea. Un torneo que se empecinó en burlar la lógica se cerró con su capítulo más inescrutable. Con un consagrado, Boca, que llegó al desahogo desde un sufrimiento impensado, y un aspirante, Tigre, que se sintió cerca de la gloria más por carencias ajenas que por atributos propios. Con un título en juego entre dos equipos con arqueros debutantes. Con la versión desdibujada de un campeón por diferencia de gol y que no tendrá lugar entre lo más brillante de la historia boquense, tras un recorrido más valorable por los obstáculos que sorteó que por la calidad de sus recursos.
En una de las paradojas de este final arrevesado, el linaje de campeón que se le conoce a Boca apareció en el comienzo y no en el final. Lo impulsó a desbaratar con rapidez la duda sobre quién de los dos se haría cargo del partido desde el comienzo. Los goles los necesitaba Tigre, pero Boca tuvo claro que pegar primero era decisivo, cosa que buscó con una presencia numerosa desde el medio campo hacia adelante y mucha dinámica.
Boca necesitaba intérpretes rápidos, despiertos para aprovechar los espacios libres, para utilizar con criterio las descargas y abrir la cancha hacia los costados, donde encontraba pistones activos en Chávez, por la derecha, y Dátolo, por el otro lateral. En ese juego interno disponía, por entonces, de un Gracián participativo y de la colaboración de Viatri, dispuesto para ayudar en la elaboración.
Por un buen rato, Boca le hizo sentir a Tigre el rigor de esa autoridad, que derivó en algunas situaciones interesantes. Una pelota quedó disponible para el derechazo de Chávez, que se elevó demasiado, y en la más clara, Gracián filtró un pase por el centro para la penetración de Figueroa; el remate obligó a la primera intervención extrema del debutante Ardente, que respondió muy bien. Sin ser arrollador, ese despliegue de Boca desbordaba a Tigre. Contra sus ambiciones, el equipo de Cagna no tenía más remedio que jugar en su campo, siempre detrás de la pelota. No lo dejaba progresar su circuito desmantelado. Los intentos de Morel no tenían acompañamiento y como Giménez no le ofrecía una alternativa razonable, Lazzaro y Luna quedaban muy lejos.
Pero Boca fue perdiendo de a poco esa facilidad para ubicar el pase y los espacios, y Tigre salió a la superficie. En ese decaimiento xeneize influyó el de Gracián y Dátolo. Así y todo cabía esperar más de su lado que del de Tigre alguna llegada clara. En buena posición, Gracián remató muy débil y Ardente volvió a intervenir con acierto; enseguida, Dátolo tropezó con la pelota en una réplica que lo dejaba solo frente al arquero. Pero el desarrollo ya no era el mismo; Tigre, a favor de ese respiro xeneize, reaccionó. Lo ayudó la propensión de Boca a cometer infracciones menores, que Tigre usó para hacer caer la pelota en el área y buscar aprovechar las dudas de García y de la defensa xeneize en el juego aéreo.
Esa imagen de equilibrio perduró en el comienzo del segundo tiempo. Al ver que Boca no tenía claridad ni fuerza en Figueroa y Viatri para cerrar las jugadas, Ischia buscó revulsivos, como el ingreso de Palacio por Figueroa. Tampoco dio resultado. Inexplicablemente, Tigre seguía demorando en mostrar las uñas que se esperaban de un equipo en su posición: a sus hombres les faltaba tanta determinación como recursos futbolísticos.
Entre una y otra cosa, el partido se encaminaba hacia un empate del montón. Cagna buscó activar desde el banco lo que no se activaba en la cancha y subió a tres su línea de delanteros, con Altobelli. Sólo las equivocaciones de Boca amenazaban con romper la imagen de partido detenido. La más clamorosa, el error fatídico del arquero García en un centro, que propició el gol de Lazzaro, cambió del todo el juego hacia un destino imposible de adivinar. Empujado por las ganas y la obligación, Tigre empujó mucho más de lo que logró jugar. Boca se consagró al sufrimiento que lo golpeó en cada pelota que caía en su área, ahora confiada a las manos del pibe Ayala. Tragó saliva y salió adelante, casi en un remedo simbólico de lo que vivió durante el semestre. Su versión de campeón sufrido no será de las más indicadas para promocionar su década de éxitos, pero restaura su eficiencia ganadora en un terreno que lo extrañaba.
• Como en 1999, una conquista con tres arqueros
Así como en este torneo Apertura Boca terminó utilizando tres arqueros -Caranta, García y Ayala-, otro equipo xeneize llegó al título en la misma circunstancia: en el Clausura 99, aquel conjunto dirigido por Carlos Bianchi tuvo en el arco a Córdoba, Abbondanzieri y Muñoz, oportunamente.
EL DATO
Boca utilizó 31 futbolistas en el segundo semestre
El entrenador Carlos Ischia utilizó 31 jugadores durante el segundo semestre en Boca Juniors si se toman en el torneo Apertura, la Recopa Sudamericana y la Copa Sudamericana.
EL DATO II
El primer título del DT en el fútbol local
Si bien había ganado la Recopa, Carlos Ischia logró anoche su primer título como DT en el fútbol local. Como entrenador se desempeñó en Vélez, Gimnasia y Esgrima La Plata y Rosario Central.
LO CURIOSO
Rodrigo Palacio, de héroe a una expulsión
Rodrigo Palacio fue el héroe ante San Lorenzo, tras anotar un gol vital. Pero ayer entró por Figueroa y fue expulsado por doble amarilla. Un sabor amargo, ya que fue su primera tarjeta roja en Boca.

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