lunes, 1 de diciembre de 2008

RIQUELME, DECISIVO, AMO Y SEÑOR...


Distinto, influyente, talentoso. Tan divo fuera del terreno como decisivo dentro del campo. Tan emblema para los boquenses, como enemigo deportivo para los rivales. Juan Román Riquelme, magullado como está a esta altura de un año muy agotador -entre compromisos con el seleccionado y su equipo-, confirmó ser lo suficientemente virtuoso como para ubicar al equipo xeneize a un paso de su título local número 23. Porque si en la próxima jornada, Boca logra vencer a Gimnasia, en La Plata, y San Lorenzo y Tigre no consiguen los tres puntos en sus desafíos frente a Independiente y Rosario Central, dará otra vuelta olímpica. Es cierto que el Ciclón disminuyó abruptamente su campaña cuando se sospechaba que nada lo frenaba hacia la consagración, pero JR tuvo mucha responsabilidad en el cambio de actitud azul y oro.
Con goles agónicos, con asistencias milimétricas, con sapiencia y conducción inteligente, siempre le aportó un plus al funcionamiento de un grupo que en un momento le dio la espalda (¡cómo olvidar el conflicto público tras las acusaciones del paraguayo Cáceres!), pero que luego comprendió que para ser campeón debía unificar los intereses. Ayer, en el clásico con Racing, como en tantas otras tardes en lo que va de un ciclotímico semestre, Riquelme fue vital para que Boca triunfara 2-1. A sus tradicionales pinceladas, el enganche añadió a su repertorio una cuota goleadora. Primero, de penal, y luego, con un derechazo seco y contundente, Román redujo la esperanza de San Lorenzo, Tigre y Lanús -los perseguidores en el Apertura-, que seguían por TV lo que sucedía en la plomiza tarde de la Bombonera.
"Lo único que importa a esta altura del torneo es ganar. Sabíamos que contra Racing iba a ser un partido muy luchado, porque es un rival que corre muchísimo. Y por suerte sacamos adelante una situación complicada. Estoy muy contento por mis goles, pero especialmente por haber ganado, y ahora tenemos que pensar en hacer lo mejor en las dos finales que nos quedan, para poder darle una alegría a la mejor hinchada del país, la de Boca", señaló Román.
Es irremplazable. Para el entrenador Carlos Ischia y para la mayoría en el universo xeneize. "Es extraordinario, un fuera de serie", decía siempre Pedro Pompilio, el fallecido presidente. Y contra el conjunto de Avellaneda volvió a confirmarlo. Por más que a veces parezca desentendido del juego, que por momentos se recueste como puntero izquierdo para recuperar oxígeno, perdiendo protagonismo..., siempre debe estar. Algunos de sus gestos no le caen bien a sus compañeros; pero muchos aceptan esos "caprichos" porque saben que después, en el campo, cumple. "Román es diferente, con él tenemos ventaja", afirmó ayer, por ejemplo, el colombiano Vargas. "Con Riquelme en el equipo, podemos estar mucho más tranquilos. El se roba la atención de todos y se lo merece", añadió Lucho Figueroa.
Distinto, influyente, talentoso. Riquelme, otra vez, amo y señor de la ilusión xeneize.
• Un incidente exagerado con un joven hincha
En el segundo tiempo se vivió una situación curiosa y exagerada. A los 14 minutos, tras anotar su segundo gol, Riquelme corrió directamente hacia la platea preferencial y le dedicó, con bronca, su tanto a un hincha muy joven (en la imagen de la derecha, con campera azul) que, supuestamente, lo había insultado. Inmediatamente, el adolescente fue hostigado por algunos hinchas, todos muchos mayor que él, y debió abandonar el estadio por temor a ser agredido. "Estaba nervioso. Es un chiquito... Se ve que el padre no le debe hablar mucho", dijo Riquelme, con acidez. Todo por un simple reclamo de un hincha

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