QUERER GANAR. Más allá de los seis puntos que el Barça ya le saca al Madrid, de la inmensa diferencia que hay entre los dos grandes del fútbol español y del golpe de efecto y autoridad que representa una victoria en el campo del Sevilla, quiero volver a la génesis de todo este tinglado: No basta con ser mejor, también hay que querer ser el mejor.
Me refiero, claro, a la actitud, al compromiso, el grado de esfuerzo que le ponen los jugadores sobre el terreno de juego. Tratándose de profesionales, lo normal sería que estos valores se les supusiera de antemano, pero la experiencia demuestra que no es así, y de la misma forma que las dos últimas temporadas se perdieron todos los títulos por la desgana y la indisciplina de algunos futbolistas, ahora los aficionados los miran con lupa porque tienen la seguridad de que sin esfuerzo no hay victorias. Creo que en este sentido podemos estar tranquilos. Sólo hay que mirar a los ojos de los jugadores. A los de Eto’o, que persigue el gol con la misma constancia que los dos años gloriosos de Rijkaard; a los de Messi, reflejo de la felicidad que siente en el mejor momento de su carrera; a los de Puyol, de Xavi, de Valdés, de la gente de casa que sabe que los fantasmas del pasado están enterrados y bien enterrados...
El gran mérito de Guardiola ha sido recuperar los valores morales y profesionales de los jugadores. Buenos ya lo eran antes, la diferencia es que ahora quieren ganar.
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