miércoles, 17 de diciembre de 2008

PASE LO QUE PASE, NINGUNO HABRÁ FRACASADO


Con San Lorenzo, Boca y Tigre lanzados en una alocada carrera por el título, la reacción instintiva será hablar de éxito o de fracaso a contraluz de la vuelta olímpica. Aunque, por atípica, la situación podrá prescindir de términos tan contundentes sin quedarse empantanada en una zona gris, híbrida, por única vez.
Tigre se sostiene sobre su propia alegría mientras sigue enriqueciéndose con la experiencia. Sus atributos son conocidos: con el mismo cuerpo técnico que logró el ascenso a mediados de 2007 y con una buena base de aquel plantel llegó al primer puesto con un proyecto austero, pero comprometido. Se sabe, se intuye, que de ninguna manera habrá fracasado si se queda sin el título. Ya lo dijo su arquero, Daniel Islas, uno de los mejores del campeonato. Ya lo reconoció su gente, con un agradecimiento que parece eterno y sin presiones desorbitadas. Desde cualquier óptica, el desenlace sólo caerá con aplausos para Tigre.
Por poderosos, San Lorenzo y Boca se reparten la mayor responsabilidad. El presupuesto, las individualidades y la historia los impulsan, los obligan. Pero el Apertura los puso a prueba constantemente y, ya con las imágenes del final, ambos superaron las dificultades y se toparon con ponderables soluciones que avivaron el repunte.
El Ciclón tiene puntos positivos por los que contentarse, claro que sí. Se reacomodó con la llegada de Miguel Angel Russo y se olvidó de las turbulencias en el final del proceso de Ramón Díaz. Algunos jugadores, como Agustín Orion y Gastón Aguirre, por caso, recobraron su nivel. Otros, Pablo Barrientos y Santiago Solari, volvieron a la Argentina con su jerarquía intacta. En la estricta competencia, San Lorenzo despilfarró una ventaja de ocho puntos y, pese a la caída, supo reincorporarse con goleadas en dos partidos decisivos, ante Huracán e Independiente, en los que se impuso por 4-1. El carácter respondió.
Boca dejó los problemas internos en pos de un objetivo. Los cortocircuitos en el plantel fueron -y son- vox populi y supieron sobrellevarlos a partir de aquella victoria ante River por 1-0, en una especie de relanzamiento. También se adaptó a las lesiones de Martín Palermo y Rodrigo Palacio y encontró un interesante recambio juvenil; además, redescubrió las dotes goleadoras de Luciano Figueroa, olvidado, entre largas lesiones, por algún rincón del fútbol italiano. Las dudas sobre el DT Carlos Ischia fueron desvaneciéndose.
Queda claro que el éxito o el fracaso no dependerá -no debería hacerlo- del triangular que decidirá quién logra una mínima luz de ventaja en lo alto. Todos llegaron primeros. Todos, en gran parte, pueden llamarse

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