lunes, 22 de diciembre de 2008

BOCA TIENE LA VENTAJA Y SIENTE EL VIENTO EN LA ESPALDA


A la margarita del Apertura sólo le quedan dos pétalos, después de mucho deshojar y de deseos sin finales felices. Con San Lorenzo fuera de la discusión, con su esperanza ya marchita, Boca y Tigre entregarán los últimos chispazos de un campeonato electrizante, impredecible. No vale el cansancio ni las excusas. Tampoco las quejas por una organización que, a la vista, dejó algunos cabos sueltos. Sólo cabe el juego. Los reflectores siguen a la pelota. Ninguno se da por vencido, aunque el desarrollo del triangular dejó a los xeneizes con una ventaja tan cristalina que alcanzará una mínima explicación para comprenderla: Boca será el campeón incluso con una derrota por un gol de diferencia. Sí, un torneo tan alocado se condice con un desenlace que nadie esperaba en la teoría.
De combinaciones, especulaciones y cálculos, la definición alimentó los interrogantes hasta el último instante, entre gritos y lágrimas. O, mejor dicho, hasta que Cristian "Pochi" Chávez clarificó el panorama con ese tiro esquinado que decoró el resultado por 3 a 1 a favor de Boca y que, a la par, dejó tendido a San Lorenzo, rodeado por el fastidio, la incredulidad y los más crudos lamentos. Un gol, sólo uno, que se dio en el final y que le dejó al club de la Ribera el título en una bandeja de plata. Ahora, sólo será cuestión de tomarlo con firmeza en los últimos 90 minutos de esfuerzo.
Al final, ¡cuánta razón tuvo Miguel Angel Russo! Minutos después de haber vencido a Tigre por 2 a 1, el miércoles último, en Liniers, el entrenador de San Lorenzo se quejó por el controvertido arbitraje de Saúl Laverni, que no cobró dos penales en favor del Ciclón. "Si Laverni nos daba esos dos penales, esto se terminaba mucho antes. Estas competencias se definen por diferencia de goles y esos errores gruesos luego nos duelen, pero ya está..." Las palabras de Russo sonaron premonitorias. ¡Cuánto daría el Ciclón por un tanto más en su cuenta! Si hasta cuando perdía por 2-1 mantenía las posibilidades, ya que un triunfo de Tigre frente a Boca por 1-0 le habría asegurado la vuelta olímpica al conjunto azulgrana, en ese caso por los goles a favor. Pero no resistió y quedó fuera.
A la distancia, surge otra consideración atendible: el sorteo también le hizo un guiño a Boca, el domingo último, a puertas cerradas, en la AFA. Descansó un par de días más que el resto y le permitió moverse con más desenvoltura a la luz del primer resultado.
Se dijo: Boca ahora tiene ventaja en la carrera y se encuentra en una posición de privilegio, impensada en medio de los vaivenes en los que quedó sumergido durante el certamen. El grupo está a punto de afirmarse en su gran objetivo, pese a los cortocircuitos entre los propios futbolistas que enfrentaron, entre otros, a dos pilares: Juan Román Riquelme y Julio César Cáceres. Se sobrepuso, también, a una desventaja de ocho puntos respecto de San Lorenzo, líder durante buena parte del Apertura, con un nítido quiebre, la victoria ante River por 1-0, en la 10ª fecha. Y, aunque falta un paso, también parece imponerse entre aquellos que terminaron al tope de las posiciones.
A estas alturas el presente se revuelve con el pasado. Si se buscan las comparaciones, el recorrido del triangular recuerda mucho a aquella definición de 1968, que encontró a Vélez, River y Racing en un desempate inédito. Y "este Boca" sería "aquel Vélez", que también jugó los dos últimos encuentros y que se consagró campeón con la igualdad 1-1 frente a River y con el éxito en la fecha final ante la Academia por 4-2. Y "este San Lorenzo" se insinuaría como "aquel River", que venció en el debut y que, después, se quedó sin nada.
Ahora sí, se acerca la definición. La ganancia parece dirigirse directo a los bolsillos de Boca. Sólo resta esperar si, por única vez, el Apertura se enrola detrás de los conceptos de la lógica o si tiene preparado otro giro imprevisto en los acordes del final.

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