miércoles, 24 de diciembre de 2008

"SUPERAMOS PROBLEMAS CON SACRIFICIOS, POR ESO SOMOS LOS JUSTOS CAMPEONES"


Tranquilo. Sumamente tranquilo, como si esto de salir campeón fuera una costumbre, Carlos Ischia se quedó en el campo de juego de la cancha de Racing hasta las 23.45 para pensar sobre su éxito en el fútbol argentino como director técnico de Boca. Con el título bajo el brazo, anoche Ischia reflexionó con tranquilidad sobre le éxito obtenido: "Superamos problemas con sacrificios, por eso somos los justos campeones. El plantel es excepcional. Sufrimos muchas lesiones, suspendidos y, sin embargo, jamás bajamos los brazos".
Sobre la supuesta llegada de Carlos Bianchi como manager de Boca, Ischia habló: "Siempre dije que sería un orgullo que Carlos llegara al club. Nadie me dijo nada al respecto, pero sería muy importante. En cuanto a mi futuro, veremos más adelante. Mi contrato termina el 31 de diciembre y los dirigentes antes del partido con San Lorenzo me anticiparon la renovación. Yo les pedí paciencia para que hablemos después del certamen".
El camino no fue fácil para Ischia. La mirada inquisidora del público de Boca se posó con rigurosidad sobre el desempeño del DT, sobre todo en este tramo final de la temporada. Su llegada a la Ribera, iluminada por la recomendación previa de Carlos Bianchi a los dirigentes, le dio garantías para dar sus primeros pasos con el siempre camaleónico respaldo de la gente. Tras aquella eliminación en la Copa Libertadores frente a Fluminense y el 2° puesto conseguido en el Clausura, el mismo Ischia fue el que se impuso condiciones para el semestre de cierre al justificar que su continuidad estaría ligada al poder omnímodo de los resultados.
Prueba de ello es el repaso de sus declaraciones cuando los resultados no acompañaban. "Si seguimos jugando así, seguro que vamos a ganar un campeonato", reflexionó en su regreso de Brasil, aún con la herida abierta por la caída con Fluminense y la inminente huella de River rumbo a la consagración en el torneo local. La sentencia, volcada ante LA NACION en un café de Ramos Mejía, reflejaba la filosofía de un entrenador de propuesta audaz y determinante, más allá de los desequilibrios que ésta teoría pudiera generar en su equipo.
Si bien había ganado la Recopa Sudamericana ante Arsenal, el andar irregular de Boca en el Apertura y la pronta despedida en la Sudamericana minaron de incertidumbre su futuro, siempre sujeto a la suerte de lo que suceda en el torneo local. Durante la temporada y pese a las dudas, Ischia siempre exhibió una personalidad de acero. Asumió el contexto de inquietud, y tras acentuarse las dudas por la caída ante Inter, de Porto Alegre, subió la apuesta al afirmar: "Vamos a ser los campeones del torneo local". Su pronóstico se efectivizó anoche, después de un triangular final que extendió la angustia.
Durante el año, la conducción de Ischia estuvo guiada por el consenso y el pluralismo. Sus decisiones siempre antes pasaron por el filtro del diálogo y el acuerdo entre cuerpo técnico, referentes, con Riquelme a la cabeza, y dirigentes.
Ischia debió soportar tormentas como las grietas internas que se abrieron en el plantel después de un estruendoso cruce dialéctico entre Riquelme y Julio César Cáceres. Si bien las diferencias y los desplantes no se ocultaban, desde entonces, el plantel se prometió dejar las diferencias de lado, y trabajar unidos para lograr el objetivo. A ello se agregó la promoción de jóvenes valores, ya que le dio lugar a más de 15 juveniles (seis de ellos anoche fueron titulares), y esto quizás quede como sello de su gestión.

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