miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA SELECCIÓN Y MARADONA EMPIEZAN DE NUEVO


GLASGOW.- Este, como aquél, iba a ser apenas un partido más entre la Argentina y Escocia. Hasta que irrumpió Maradona.
Hace poco menos de 30 años, un jovencísimo Diego, de sólo 18 años, con el pelo recortado prolijamente para un servicio militar que nunca cumpliría del todo, pisaba por primera vez esta ciudad en la que el fútbol se siente como el húmedo frío: hasta los huesos.
Por entonces, él formaba parte de un seleccionado que todavía se sentía en la obligación de demostrar por qué había ganado el título del mundo un año antes.
Pero además, individualmente, él también empezaba a sentir el peso de demostrar por qué había sido señalado para heredar la corona de mejor del mundo en los años siguientes.
Hoy, un maduro Maradona, al borde de los 50 años, con el pelo negro y ensortijado que lo ha identificado a lo largo de su carrera peinado hacia atrás, ha vuelto al lugar donde muchos lo consideran un héroe simplemente porque alguna vez hizo arrodillar a los ingleses.
Ahora, él conduce un seleccionado que siente la obligación de recuperar una Copa del Mundo que no se consigue desde hace más de dos décadas.
Pero además, personalmente, él siente el peso de demostrar que está capacitado para dirigir y sostener desde afuera, nada menos que como DT, a un grupo de jugadores que -todos dicen, todos decimos- están entre los mejores del planeta, aunque nunca lo han demostrado todavía con la camiseta nacional sobre la piel.
El escenario será exactamente el mismo, Hampden Park. Allí, a partir de las 20 (18, hora argentina), la Argentina disputará ante Escocia lo que ya no será, de ningún modo, un partido más. Será, en todo caso, el punto de partida de una historia con final abierto: aquella, la de hace tres décadas, ya sabemos cómo terminó; ésta, con un plazo fijo de poco más de un año y medio, seguramente hasta 2010, está por verse.
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El partido del 2 de junio de 1979 fue el cierre de una gira por Europa que, más allá de una serie de empates y la controversia por una misteriosa lesión del delantero Oscar Ortiz, dejaba un saldo positivo para el equipo. Había igualado 0 a 0 con Holanda, en Berna; 2 a 2 con Italia, en Roma, y 0 a 0 con Irlanda, en Dublín. Para el partido en Glasgow, último en territorio europeo, César Luis Menotti dispuso una formación muy ofensiva: Fillol; Olguín, Villaverde, Passarella y Tarantini; Barbas, Gallego y Maradona; Houseman, Luque y Valencia. Entre los escoceses, dirigidos por Jack Stein, figuraba entre los defensores un tal Burley, que hoy estará otra vez frente a Maradona, pero él también sentado en el banco.
A Diego le llevó media hora hacerse dueño del partido. A los 33 minutos, encaró y dejó atrás a varios escoceses, antes de asistir a Luque, que puso el 1 a 0. Diez minutos más tarde, edificó con Valencia otra notable jugada y su remate, que pasó por debajo del arquero Rough, fue rechazado en la línea por? Burley. Enseguida, otro zurdazo suyo fue devuelto por el palo. Y a los 25 minutos del segundo tiempo, sí, llegó el gol: entró por derecha, amagó el centro hacia el medio del área, engañó al arquero y definió por el hueco que le dejó entre él y el primer palo. Luque, que esperaba el pase, fue el primero que corrió a abrazarlo. Y al oído le dijo: "Pibe, sos un fenómeno, pero la próxima me la das a mí?". La Argentina ganó 3 a 1.
Eran otros tiempos. En los que Menotti declaraba, por ejemplo: "Lo importante es que ratificamos nuestra categoría, que demostramos que estamos entre los tres o cuatro mejores seleccionados del mundo? Hoy, el pibe Diego jugó un gran partido, mostró las excelentes condiciones que tiene, pero no estuvo solo". Y Maradona decía: "Nos salieron todas bien; a mí y al resto de los muchachos. Ahora existen orden y planificación, todas cosas que le debemos a Menotti, que sabe ver el fútbol y explicarlo, para sacar lo mejor de cada uno de nosotros".
En LA NACION, Antonio De Turris escribió: "Diego Maradona, como si estuviese en algún potrero de la Paternal, hizo todo lo necesario como para que se lo siga llamando el sucesor de Pelé" . Y los diarios escoceses ahorraron letras pero no tamaño en sus títulos: "Maradona prima donna" , escribieron.
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Por estas horas, la búsqueda de la selección y de Maradona, o de la selección de Maradona, no parece estar tan lejos de aquélla, al menos en lo esencial.
Quiere que su equipo sea respetado en todo el mundo: "Que no es una selección cualquiera que viene a jugar un partido".
Quiere que su equipo tenga una determinada identidad: "El buen trato de pelota, salida con pelota al pie, eso es lo que nunca me va a faltar".
Quiere que su equipo recupere la mística: "Eso que la camiseta no se transpira y que están llenos de plata, esa historia no me la como. Porque acá la camiseta es lo más importante".
Quiere que su equipo cambie: "Que sea distinto del que vi contra Chile. Necesito el clic que marca un cambio de actitud. No pido nada más, absolutamente nada más".
¿Y de táctica y de estrategia cuándo hablamos?, podría preguntarse más de uno. Habrá que responder, entonces?
Que no se aferrará a un sistema. Aquí, sin Román y sin Messi, seguramente se verá un 4-4-2 que, tanto sea número telefónico como puesta en cancha, parece ser el de más fácil y rápida aplicación.
Que no se aferrará a todos los nombres que están aquí. Ya habrá escuchado algo de su secretario técnico, Carlos Bilardo, acerca de las edades ideales para un plantel que afronta un Mundial: entre los 24 y los 28 años.
No se aferrará a los resultados de estos amistosos, aunque "nunca juegue amistosos". El mito Maradona se construyó en el esfuerzo para "estar siempre", pero terminó de decorarse en aquellos siete partidos de México 86 y sólo se volverá a edificar si lo reconstruye en los siete partidos de Sudáfrica 2010.
Todo eso comienza hoy mismo. Y si bien ahora se trata sólo de "tirar el equipo a la cancha para que jueguen por mí", como él mismo dijo, no será un partido más este que jueguen la Argentina y Escocia. Una vez más, ha irrumpido Maradona.
Un chico deslumbrado
"Creo que los pondré en un marco" dijo Adam Brown, que aún conservaba una amplia sonrisa y una mirada de asombro. Es el chico escocés (13 años) que anteayer recibió de regalo los guantes y el gorro que tenía puestos Maradona, que decidió recompensarlo porque Brown había encontrado la cadenita que Fernando Gago había perdido durante el entrenamiento en la cancha del Celtic Park.
• La demanda de entradas, inferior a la esperada
La venta de entradas está por debajo de las expectativas de los organizadores. Hasta ayer se habían expendido 27.500 localidades, la mitad de la capacidad del estadio Hampden Park. Por ese motivo, se decidió bajar a 18 libras (28 dólares) el valor de los boletos más baratos. "Necesitamos por lo menos 35.000 espectadores para cubrir los gastos", reconoció Gordon Smith, presidente de la Federación Escocesa de Fútbol.

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