sábado, 22 de noviembre de 2008

¿QUIÉN NOS GOBIERNA?

Siempre ha dado vueltas en mi cabeza el comportamiento de nuestro Presidente y, sobre todo, si este se enmarca dentro de los parámetros que científicamente se pudieren considerar como normales.

De sus buenas intenciones no tengo dudas… ¡pero de buenas intenciones está lleno el infierno…!

Y esa situación tiene una trascendencia mayor si recordamos que su trabajo consiste en tomar decisiones diariamente, que afectan directamente a más de trece millones de ecuatorianos y que bien puede comprometer el futuro de muchos que nacerán en las próximas décadas.

Si le queda la duda, amigo lector, vaya pregunte a Perú cuánto tiempo le costó a esa nación recuperarse de la catástrofe económica causada por el entonces joven e idealista Alan García o cuánto tiempo le tomó a Chile recuperarse del desastre económico que en tiempo récord estaba causando el gobierno comunista de Salvador Allende.

¿Usted ha visto al Presidente insultando a los empresarios “monos” con quienes luego se reúne como que no ha pasado nada (y ellos de rodillas, como siempre), a la Iglesia católica, a los políticos de oposición, a los periodistas y a la prensa por cantarle sus verdades? Pitufo, enano, gordita horrorosa, bestias salvajes, etcétera.

La verdad, cuando está enojado bien pareciere que no es capaz de contener sus emociones; precisamente él, que tanto habla de la majestad del cargo, a ratos, le falta el respeto a esa majestad que invoca, con su comportamiento.

Lo grave sería que esas fuertes emociones que tiene el Presidente sean las que influyan en las decisiones de las que depende el futuro de la patria… y de sus hijos, amigo lector.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, dice que existe dentro de la mente una estructura que la comanda de manera rígida, que la constriñe, le da órdenes, le dicta lo que hay y lo que no hay que hacer y que, estando dentro del espacio mental, es diferente a la noción de Yo; se trata del superyo.

El poderoso superyo es una instancia derivada de múltiples emociones y que genera enormes y complejos estados emocionales al Yo, tanto psíquico como corporal.

Freud sostiene que la mayor cantidad de ansiedades, angustias, temores, pánicos, vivencias de desintegración y persecución, sentimientos de culpa, depresiones, y otras experiencias negativas, tienen como disparador este monstruo que nos persigue desde adentro.

El norteamericano Daniel Goleman define “inteligencia emocional” como: “habilidades tales como ser capaz de motivarse, de persistir frente a las decepciones; controlar el impulso (ojo) y demorar la gratificación; regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatía y abrigar esperanzas”.

“La inteligencia emocional como una metacapacidad, determinando lo positiva o negativamente que la gente puede utilizar sus otras capacidades mentales”.

Entonces, de la inteligencia emocional depende el éxito personal de un ser humano porque es la que le permite controlar al superyo y administrar y potenciar sus diferentes inteligencias frente a las situaciones y obstáculos que la vida genera.

Hay un joven futbolista ecuatoriano, con un talento innato, que tuvo la gloria en sus botines y la lanzó al tacho de basura, precisamente, porque en él gobierna el superyo.

¿Quién gobierna en nuestro Presidente?

¿Quién gobierna el Ecuador?

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